Hace mucho calor. Hoy me he levantado con el pie cambiado y solo encuentro obstáculos. Tampoco sé muy bien qué ando buscando. He de salir del despacho, tengo pendiente una visita. La he postergado en varias ocasiones. Son muchos kilómetros y me da pereza.
¡¡Para ayer!! brama mi jefe. Me dice que la he de resolver yo, me avalan años de experiencia…mientes, me digo a mí misma. Mientras la atmósfera, se va tiñendo de un terrible hedor a reducción de plantilla.
Estoy conduciendo y casi no veo la carretera. Las sienes me van a explotar y el nudo que tengo instalado, desde hace varias semanas en mi estómago, se me hace cada vez más grande.
En un claro de la carretera paro. Nadie. Se me nubla la vista y un zumbido me llena la cabeza. Me pierdo…
Una suave brisa entra por la ventana y me devuelve a la vida. No sé cuánto tiempo ha pasado.
Abro los ojos y veo, en lo alto,rayos dorados de luz, que atraviesan las copas de los árboles. El oro del otoño. Armonía. Me siento mejor.
Me reinvento de nuevo.
Terror lírico. Muy bueno Asunción.
ResponderEliminarLa realidad laboral, puede, en ocasiones ser una pesadilla. Buen relato.
ResponderEliminarTe comprendo, el hedor a reducción de plantilla es terrible. Muy bueno, Asun.
ResponderEliminarMuy bueno!!
ResponderEliminarGracias compañeros...
ResponderEliminarReducción de plantilla. Eso si que es terror. Y lo peor de todo es que parece estar de moda
ResponderEliminarPor cierto. Original el relato
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