lunes, 1 de agosto de 2011

En mi mundo. Por Dani Ramos

En mi mundo, salgo al porche al anochecer, y veo las luciérnagas revolotear delante de mí. Bajo los tres escalones de madera vieja cuya ...pintura blanca está desconchada. Y paseo por la oscuridad de la pradera que hay enfrente de la casa.
Las estrellas me susurran historias de universos que jamás podría soñar. De mundos infinitos llenos de color. Cielos colmados de lunas. Nebulosas multicolores que me hacen recordar cuentos de grandes navegantes. Secretos asombrosos que solo conoce el creador de todas las cosas.
Puedo pedirle a las estrellas que me acompañen mientras camino en las frescas noches de verano. Y ellas me hablan de aquellos a quienes guiaron hace miles de años. Naves que partieron de Fenicia y otros tantos lugares y llegaron a Tarsis. De granjeros del norte que se echaban a la mar en busca de fortuna y jinetes de las estepas, que viajaban libres.
En mi mundo puedo apreciar las cosas que verdaderamente valen la pena, y las recreo a voluntad. Y cada tarde me acerco al acantilado y me siento sobre el césped para ver como cientos de rayos bajan desde las negras nubes del horizonte al mar. Y siento la brisa en mi cara y huelo y escucho el romper de miles de olas.
Y me pongo a caminar cerca de un rio, y el aire me trae el olor de las hojas caídas en otoño.
Las aves del bosque entonan melodías que el hombre jamás será capaz de componer. Los árboles me narran la historia de la humanidad y me cuentan de su decepción al ver en qué nos hemos convertido. Pero yo les animo, y les explico que es mi mundo y no el de los humanos. Les digo que están en mi mente y no en la Tierra. Y ellos se quedan más tranquilos.
En mi mundo no hay personas. Hay recuerdos.
La enfermedad es solo un rumor, la tristeza, es un término desconocido y la muerte llegará a él cuando esta me llegue a mí.
En mi mundo, si quiero puedo volar con o sin alas. Puedo subir o bajar y siempre llego a donde me propongo. Acabo todas las cosas que empiezo.
Y cuando cae la noche de nuevo, en mi mundo las estrellas salen a buscarme. Y me piden que juegue con ellas. Y yo me tumbo en el campo y las cojo y las desplazo por el firmamento. Y las coloco en lugares distintos. Y cuando las miles de galaxias están desbarajustadas, les pido que regresen a sus lugares a la de tres. Y ellas lo hacen. Y nos echamos unas risas. Y les pido que me digan su nombre. Y una a una, me lo dicen, y descubro que ninguno de esos nombres se repite.
En mi mundo las aguas de los ríos fluyen hacia arriba. Y puedo ver como de los picos de las montañas salen disparadas millones de gotas formando nubes, que viajarán por el día hasta llegar al mar, donde se descargarán formando una gran obra de teatro que durará un atardecer de primavera.
En mi mundo, la obra del hombre no existe, y la naturaleza campa libre por donde quiere. Y es ordenada y nada salvaje. Y crece y respira. Y se ilumina con los primeros rayos de sol y brilla con el rocío del alba. Y me deleita con olores que no existen.
En mi mundo, he creado un arce real gigante, para que me entregue una de sus hojas, y pueda hacerla volar sobre el mundo entero con migo encima. Y he visto mis desiertos, y mis cumbres. Mis valles y mis océanos. He visto mi soledad y mi alegría. Mis triunfos y mis derrotas. Y cuando me he sentido satisfecho, le he enseñado a la hoja a volar fuera del mundo. Y he atravesado galaxias y tormentas estelares. Nebulosas planetarias. He tocado con mis dedos la energía de un Quásar. Me he mecido entre estrellas binarias y he dormido a la luz de unas Cefeidas.
He pisado los planetas más bellos del universo. He nadado en océanos de color purpura. He visitado junglas de hielo, y he sentido en mi piel el cero absoluto.
Y cuando me he cansado del frio espacio, he regresado a mi vieja casa con solo pensarlo, ya que en mi mundo, el viaje es un mero trámite, que se puede realizar o no.
Las rocas se ablandan a mi paso y pueden resultar tan cómodas como el mejor de los colchones.
Las leyes de la física existen igual que en tu mundo, pero yo las puedo alterar. Y puedo hacer que aparezcas y respires. Y sientas la paz que yo siento. Y vivas mis experiencias. Y navegues por donde yo navego. Y puedo hacer que una puesta de soles en la constelación del Dragón te alcance el alma y te haga llorar de alegría. Y puedo hacer que paseemos por el bosque y los pájaros entonen una bella melodía que te sonará como decenas de violines y flautas tocando al unísono. Y puedo hacer que los olores que impregnan el lugar te acaricien los sentidos. Y puedo hacer tantas cosas, que desearías tener tu mundo para hacer lo mismo que hago yo. Y cuando te deje de vuelta en la realidad, olvidarás que has estado conmigo, y será un día de esos en los que te levantes, y te des cuenta que no has soñado nada.
Y yo seguiré en mi mundo esperando que llegue el momento.

4 comentarios:

  1. Es muy emocionante ese mundo...Precioso lugar.

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  2. Por favor, alguien puede poner la letra más grande? Gracias

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  3. Muy bueno Dani, enhorabuena. "He visto naves ardiendo..."

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  4. Muchas gracias a todos. Este forma parte de un librito en el que estoy trabajando.

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