Un atardecer en Éfeso, hace de esto mucho tiempo, paseaba meditabundo Heráclito, “el oscuro”, bordeando el agua de una playa. Las olas acariciaban su pies descalzos en su ir y venir constante, salpicando su blanca túnica y refrescando su piel cansada.
El mundo es una gran contradicción –pensaba para sus adentros-, el mar, sin ir más lejos, es el agua más pura y más corrupta; es potable y saludable para los peces; para los hombres, en cambio, es impura y nociva. Y así, creo, encontraré la misma sinrazón en todo aquello que mi espíritu indague.
Cansado de sus pensamientos y en guerra consigo mismo y con el mundo todo, fue a derramar su furia entre los brazos de la bella Criseida que lo recibió ardiente, porque aquel hombre extraño conseguía excitarla y enfurecerla al mismo tiempo como nunca ningún otro…
Esto pide más, a ver si alguien se decide a continuarlo, el comienzo desde luego es estupendo. Enhorabuena.
ResponderEliminarAlgo ha pasado en Valencia escribe.Ha subido la temperatura...No conocía esta faceta de Heráclito....
ResponderEliminarYo tampoco...
ResponderEliminarOpino que el texto se merece que lo continúes, Lucrecia.
ResponderEliminarEso es lo que yo no quería, pero comprendo que no está cerrado.
ResponderEliminarSexo y filosofía: me encanta!!!!
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