En el lejano país de los ideales vivían muy preocupados todos sus habitantes. Su papel era fundamental para la vida de un minúsculo planeta llamado Tierra. Elaboraban teorías y más teorías para que la convivencia entre los humanos siguiese progresando. El sueño de la felicidad sobrevolaba sus mentes.
Todo el día discutían sobre su importancia:
-No aprenden, avanzan y retroceden sin tenernos en cuenta, como seres inexpertos.
-La base es el respeto. Sin educación no habrá respeto -decía uno. Y sin libertad no se concibe la educación -añadía otro.
-Pero, no pueden perder la esperanza, es fundamental, la clave de todos los avances.
-Y ¿qué les pasa ahora? ¿Por qué salen a la calle? ¿Qué claman?
-Justicia, gritan contra la corrupción. Democracia, se rebelan contra el sistema. Trabajo y dignidad.
-¡Todavía nos tienen presentes! Lo van a conseguir. Aunque el camino sea largo ¡“Otro mundo mejor es posible”! –concluyeron todos con cara de felicidad.
Genial desde el titulo a la última palabra, me ha encantado. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuy bueno, como la vida misma. ¿Estás visualizando nuestro futuro?
ResponderEliminarJo, otro cuento para adultos. Me gusta pero me pillas anegada en escepticismo. Me encantaría equivocarme.
ResponderEliminarMuy punki ¿no? Muy bueno si. Y como dice Lucrecia no es un cuento para niños. Pero me ha gustado.
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