A Nubila el mar la llena de sensaciones contradictorias: la asusta, la calma, la altera, la confunde y la lanza a un mundo de esperanza que la atrae como un gran imán.
El mar es una gran barrera líquida que anhela atravesar. Po...r eso cada día lo busca y se sienta en la playa a hablar con las olas. Les confiesa que un día más ha sentido miedo, y rabia, y esa sensación de impotencia que se apodera de ella y la empuja a rebelarse contra un mundo de hombres en los que ella es poco menos que una sombra, y ella quiere ser más, puede ser más.
Mirando ese camino de agua, ve una barrera infranqueable hacia otra realidad. Se deja llevar por el sonido de las olas a un mundo donde su pelo flota al viento, donde puede luchar y crecer más allá de su pequeña aldea y su miseria.
Una mano le sacude el hombro con fuerza y la obliga a volver. Y no puede despedirse del mar, aunque oye como la llama, embravecido.
Vuelve a su rutina de trabajo y silencio, de miradas cabizbajas, de miedo a salir a la calle sin cubrirse. Vuelve dejando el mar a su espalda y sus esperanzas abandonadas en la orilla.
El destino de Nubila cambiará, en su vientre una nueva vida está creciendo. Lo hará por él. Va a regalarle la libertad. La que ella presiente y no conoce.
Acurrucada en una esquina del cayuco, se sujeta fuerte el vientre, y reza. Su amigo el mar se calla complacido: ya la tiene, ya es suya, ha sucumbido a su llamada. Aparta el miedo que hiela sus entrañas, aparta el frío de la negra noche, y sueña que ha llegado ya.
El mar es una gran barrera líquida que anhela atravesar. Po...r eso cada día lo busca y se sienta en la playa a hablar con las olas. Les confiesa que un día más ha sentido miedo, y rabia, y esa sensación de impotencia que se apodera de ella y la empuja a rebelarse contra un mundo de hombres en los que ella es poco menos que una sombra, y ella quiere ser más, puede ser más.
Mirando ese camino de agua, ve una barrera infranqueable hacia otra realidad. Se deja llevar por el sonido de las olas a un mundo donde su pelo flota al viento, donde puede luchar y crecer más allá de su pequeña aldea y su miseria.
Una mano le sacude el hombro con fuerza y la obliga a volver. Y no puede despedirse del mar, aunque oye como la llama, embravecido.
Vuelve a su rutina de trabajo y silencio, de miradas cabizbajas, de miedo a salir a la calle sin cubrirse. Vuelve dejando el mar a su espalda y sus esperanzas abandonadas en la orilla.
El destino de Nubila cambiará, en su vientre una nueva vida está creciendo. Lo hará por él. Va a regalarle la libertad. La que ella presiente y no conoce.
Acurrucada en una esquina del cayuco, se sujeta fuerte el vientre, y reza. Su amigo el mar se calla complacido: ya la tiene, ya es suya, ha sucumbido a su llamada. Aparta el miedo que hiela sus entrañas, aparta el frío de la negra noche, y sueña que ha llegado ya.
Entrañable, Yolanda.
ResponderEliminarEs triste también. Muy bonito.
ResponderEliminarUna realidad muy bien contada, me ha gustado mucho Yolanda.
ResponderEliminarMuy bonito a la vez que triste.
ResponderEliminarEsa es la realidad. Muy bueno Yolanda, enhorabuena.
ResponderEliminarSólo espero que arribasen felizmente a puerto.
ResponderEliminarMuy bien contada, me encantó
ResponderEliminarMuy bonito,pero me surge una duda:¿el mar se queda con Nubila o la deja llegar a su destino?
ResponderEliminarEso querida Dori, a gusto del lector, no pretendo nada más que lo que lees: el mar la tiene, ella sueña, todo puede pasar.
ResponderEliminar