martes, 17 de febrero de 2015

No podía hacer otra cosa, señor policía




En el metro, sin querer, oigo una conversación:
 “-Sí, tío, me lo estoy montando  con una mujer casada, es colombiana y vive en la calle del Pez. Se llama Rosana”. 
Llego a nuestra casa de la calle del Pez. Se oye un vallenato. Entro directamente al dormitorio. De un cajón saco el arma. Por el pasillo que conduce a la cocina voy llorando su nombre: Rosana, Rosana… con lo bueno que te salia el sancocho...

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