domingo, 15 de febrero de 2015

El robo




Juan Oller salió de casa de Amanda Abril casi con lo puesto después de ocho años de intensa relación. No pudo o no quiso parar a recoger sus cosas, apenas se dio tiempo para llevarse la ropa necesaria para  ir a trabajar el lunes. Si es que podía hacerlo. Había algo muy importante que no sabía cómo recuperar: ella le había robado el alma y ahora su cuerpo vagaba impenitente como un figurín sin conciencia, sin moral y sin rostro. Era una fría percha de madera que sostenía su traje de ejecutivo prepotente y artero. Cayó de rodillas en el jardín de la casa. Pero ya no pudo volver atrás.

8 comentarios:

  1. Excelente, Lu. Tus últimos relatos son tan buenos que me das miedo...

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    1. Jajajaj. Muchas gracias, Rafa. Serán las noches de las copas anchas y tintas.

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  2. Opino lo mismo que Rafa , los dos relatos que he leído son buenísmos. Me encanta el adjetivo artero!

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  3. De acuerdo con mis compañeros, muy bueno, Lu!!

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  4. Ala, qué bien condensado. Derrumbado y vacío. Da gusto leerte¡¡

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