A mi madre siempre le han gustado las antigüedades. A mi me espantan. No quisiera parecer radical, pero es así. Sé reconocer la belleza individual de cada uno de esos objetos que me rodeaban en casa, pero en conjunto me causan cierto agobio. Para que contar lo que se sufre cuando hay que volver a recolocar una estantería repleta de estas joyas que se han bajado para limpiarles el polvo…
A este teléfono sin embargo le tengo aprecio. No lo sabía, pero cuando me he topado con esta imagen me he dado cuenta de golpe y no entiendo muy bien la razón. Quizá me esté haciendo mayor y esto solo sea el principio de un cambio radical en mi sentido de la estética, pero lo cierto es que algún significado debe tener…
Hubo un tiempo en que necesité dormir abrazada de nuevo a ella, no tuvo nada que ver el miedo, que de eso también entiendo un rato. Simplemente necesité volver a ser su niña y que me protegiese. Quería que mi mundo, que andaba demasiado rápido, se parará para darme tiempo a recolocarme o al menos a entenderlo un poco mejor.
Este viejo teléfono se apoyaba sobre una de las mesillas de su dormitorio, justo en el lado del que yo dormía y durante esos meses en los que intenté saber quién narices era, dormí abrazada por ella con la luz de esa mesita encendida y observando esta reliquia que nos escuchaba en silencio. Mientras, nosotras dos, parloteábamos sin parar noche tras noche.
Reímos y lloramos a la par, y sin darnos cuenta nos íbamos enredando en historias y confesiones que nos mantenian despiertas hasta que nos encontrábamos de golpe con el nuevo día ... Hubo alguna vez en la que nos reprimieron desde el cuarto de al lado. Por supuesto, no hicimos caso.
Tardé en lograrlo pero al final volví a mi habitación. Más serena y conociéndome un poco mejor. Sé que no lo hubiese conseguido sin aquellas noches de insomnio y ahora que lo pienso, no he sido capaz de reconocerlo abiertamente hasta este momento. Hasta que esta fotografía me ha devuelto a aquellos días no me he vuelto a sentir tan cerca de ella… Y tiene gracia que haya sido por un viejo teléfono.
Nos vuelves a sorprender con tu capacidad para evocar, cómo una imagen te traslada en el espacio tiempo de forma tan lúcida. Por ponerte una pega, sin ánimo de ofender ni de enseñar, me he fijado que en el segundo párrafo de tu relato has abusado del pretérito perfecto. Por lo demás, genial, leyéndote, me entraban ganas de haceros callar a través de la pared del cuarto de al lado.
ResponderEliminarSí, Lara, tienes un gran potencial literario y la historia que cuentas es muy buena. Desde luego el segundo párrafo necesita una revisión.
ResponderEliminarVoy a ello, os lo agradezco y creo q tenéis mucho de razón. Lo escribí anoche cuando conseguí dormir a Olivia y creo q me faltó comerme frases y ajustar los tiempos verbales. Esta tarde lo corrijo. Gracias chicos!!!
ResponderEliminarHecho!!!
ResponderEliminarMe encanta el estilo de Lara... Consigue con sus escritos una lectura suave y que entra sola a los ojos del lector...
ResponderEliminarPor cierto, me encanta el nombre de Olivia, que lo he visto en un comentario!! ;)
Lara, hay algo que sigue sin sonarme bien, no sé si es manía mía o que hay un fallo gramatical: ese "debe de haber", con que terminas el párrafo.
ResponderEliminarTenías razón como siempre, a veces en el habla coloquial cometemos fallos gramaticales de los q no nos percatamos y como este texto lo he redactado desde ese punto de vista... Perdón!!!!
ResponderEliminarIre, mil graciassss!!!!!
Lo del nombre de mi peque fue elección mia y también mucho de cabezonería porque no le gustaba a nadie en la familia y tuve que soportar lo de que me nombraran a Popeye los nueves meses, q se dice pronto!!! Aún así, creo q le va bien, xq la niña apunta a q va tener una personalidad del carajo y no la veo llamándose de otro modo.
Besitos a las dos
Me encantó el relato Lara, aunque no me sorprendió, me gusta tu técnica
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