sábado, 4 de abril de 2015

NIEBLA EN EL CAMINO




Se puso el abrigo y salió de casa precipitadamente. La noche era fría. Caminó rápido hasta la parada del autobús, todavía faltaban diez minutos para que llegara; decidió seguir andando y se introdujo en una espesa niebla que le acompañó todo el camino. Estaba inquieto, pero al final vio la luz, siguió en línea recta hasta ella, abrió la puerta y entró en el establecimiento con paso firme. Apoyó los brazos en el mostrador y dijo: «una caja de apósitos, por favor».

Tenía que cerrar muchas heridas, todas las que él le había dejado.

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