sábado, 25 de abril de 2015

LA ROMÁNTICA MUJER





Sentada, en su cómoda reposera de jardín, bajo el tibio sol de final  de primavera, dejaba partes de su descubierto cuerpo abrazarse con el calor del mismo.

Mientras, entre sus manos, reposando por  su vientre, el libro abierto y  a través de sus  páginas  la novela surgía.

Sumergida en él, brotaban, plenas de amores, pasiones,  imaginarias vidas  como sonidos de una melodía. Vidas, que  le permitían volar  y recrear.

Experimentaba una tenue y ascendente excitación.

Las 600 páginas, no representaban peso alguno, entre sus piernas y el vientre.

Al contrario, las disfrutaba.

En cada capítulo se  incrementaban las sensaciones,  transformadas en cosquilleos. Por la brisa o las descripciones de las letras absorbidas, sus dedos, con delicadeza, también desplazaban las hojas.

Su piel,  erizada, iba  consumiendo placer. Cuando la satisfacción llegó, trajo consigo un dejarse hacer, soñando y bajo el sol durmió.

A unos metros desde la ventana del estudio en los pisos superiores del chalet,  la observaba su pareja. Ambos supuestamente compartían momentos de complicidad, respeto e integración en la mutua convivencia.

El  sentir se transformó en tangible, material, concreto. Saberse correspondido, pesaba como duda.

¿Qué hacía, que 600 páginas de papel, fuesen el sustituto de  cálidas caricias compartidas, desaparecidas ya en el ayer?

¿Qué hacía, el que  ya no esté, el uno junto al otro, por caminos de vida y muerte. Ambos marcados por el no existir, en el futuro cierto?

Caminos que dejan escapar, las caricias, los abrazos, los pequeños y grandes besos.

Juegos todos en  la dinámica propia del sentir y la pasión. Juegos que también erizan la piel, calientan  labios, generan fuego y funden a más, en uno.

¿Qué hacía, el renunciar a todo ello, por 600 páginas… cuya existencia, una biblioteca podría custodiar  cada  invierno una y otra vez?

Era el renunciar a la realidad de la piel, del tacto, en nombre de lo abstracto.

No lo comprendía, no lo entendía, o se negaba a comprender, espaciando un poco más, un poquito más, su distancia.

Mientras la observaba, sentía cómo la brisa, no solo erizaba la piel de ella,  sino que parecía desplazar la  barca de un muelle. Desatracarse,  tras un soplo.



Barca que cargada  con libros, se  habría olvidado de su simple destino como barca: amarrar aunque por un breve tiempo.

A la deriva, solo a la deriva era una barca plena de libros y nada más.


Suspiró, giro la cabeza, imaginó otra barca, ésta, plena de pantallas, con partidos deportivos, emitidos  todos al mismo tiempo. No percibió diferencia alguna. Y en silencio, se alejó del ventanal.

5 comentarios:

  1. Adjetivos antepuestos, rima interna y muchas repeticiones hacen que el texto sea muy farragoso

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo en que este texto necesita una buena revisión. Eliminar adjetivos, escuchar cómo suena. Aligerar un poco la historia para acercarla más al lector.

    ResponderEliminar
  3. Las frases están construidas sin coherencia y aunque quiere tener sentido, no lo consigue en absoluto. Necesita, creo, una buena revisión.

    ResponderEliminar
  4. Podría haber sido un buen relato por lo que 'esconde' o se intuye, pero no se deja leer. Tal vez esté escrito en otro ritmo, en otro país que no sea España y allí las cadencias de la lectura sean diferentes. Pero me ha gustado. El final no tiene porqué ser una comparación con las pantallas, me ha sacado de golpe de un estado atemporal, yo hubiera recurrido a algo más íntimo o carnal ya que la barca lleva el material adecuado en forma de libros.

    ResponderEliminar
  5. Por mi parte sólo destacar que cambiaría 600 por la palabra escrita (me hace pensar en el modelo de automóvil, famoso aquí). Luego decir que al igual que con otro de los textos, me imagino quién lo ha escrito (es inconfundible el estilo) y, como hablábamos hace poco, es una de las tareas del escritor, mantenerse fiel a él una vez encontrado. Dentro de este estilo tuyo, sí creo que hay algunas frases a aclarar, sintetizar o pulir. Igualmente, en el final creo que se diluye un tanto la atención, tal vez, como comentan, se intuye (aunque de forma imprecisa) lo no dicho más que lo que se expresa.

    ResponderEliminar