FECHA 1
Hoy tuve un gran día. Esta mañana el
jefe me felicitó calurosamente por mi eficacia en la elaboración de un
relevante informe. Es buen tío, es guay, mi jefe. Luego coincidí con Sonia y otras
compañeras en el restaurante. Sonia, la preciosidad que trabaja en el
Departamento Fiscal y a la que, en la primera oportunidad que se presente, le
voy a pedir que acepte cenar conmigo. Tiene unos ojos y una sonrisa que
enamoran. Y esta noche mi equipo pasó otra ronda en la Champions después de
ofrecer un espectáculo irrepetible. Ha sido un día estupendo.
A las once y media, cuando me disponía a leer
algo en la tablet antes de irme a la cama, ha sonado el teléfono y desde un
número desconocido la voz de una mujer madura ha preguntado por Samuel, el
vidente. No sabría justificar el motivo, pero el caso es que no he podido
resistir la tentación de responder que sí, que era Samuel el que estaba al
aparato. Entonces ella me explica que se llama Felicidad aunque todo el mundo
la conoce como Feli, que ha sido su amiga Rosa quien le ha facilitado mi
teléfono porque asegura que soy infalible en el tarot y que necesita que le haga
una predicción urgente. Ah, claro, Rosa, le contesto siguiéndole el rollo, una
buena y querida amiga, por supuesto. Pues usted dirá, Feli, descríbame su
casuística, por favor, y veremos qué le depara el futuro. Y la tal Felicidad,
que comentó tener 63 años, me empezó a contar su vida, demostrando en pocos
minutos la incompetencia de sus padres para elegir nombres de pila; seguro que
si en lugar de Felicidad le hubiesen llamado Inocencia, habría salido un pendón
verbenero. Entre otras cosas, la mujer era viuda de un bombero que murió en un
incendio forestal, estaba enferma y tenía un hijo enganchado a la droga que
había acabado con sus escasos ahorros y también se estaba apropiando ahora de
buena parte de su pensión. La verdad es que la señora me dio mucha lástima, al
punto de arrepentirme horrores por haber suplantado a un experto en la materia,
pero por otro lado pensaba que desenmascararme ahora, incluso el simple hecho
de colgar fríamente el teléfono, solo podría empeorar el estado de ansiedad de la
pobre Feli. Por eso tuve que improvisar y lo primero que se me ocurrió fue decirle
que estaba barajando las cartas, mientras movía las hojas de unos periódicos
que tenía a mano para producir un ruido similar. Bueno, Feli, para ser sincero,
amiga, la verdad es que solo intuyo cosas positivas, el destino parece tenerle preparado
un esperanzador porvenir, mentí. Sus preocupaciones van a acabar muy pronto,
cariño. Intenté decir esto último con la entonación más tierna posible,
recordando cuando de estudiante interpretaba pequeños papeles en la compañía de
teatro de la Facultad. Sí, sí, Samuel, pero ¿qué carta ha salido? ¿Es un arcano
mayor o un arcano menor? ¿Ha salido boca arriba o boca abajo? ¡Me cago en la
leche! En ese momento hubiese preferido emplear mi compasión abrazando
fuertemente a un puercoespín deprimido. ¡Estaba hablando con una consumada profesional
de las consultas proféticas! Y era como si Stephen Hawking preguntase a un
alumno de Primaria su opinión sobre la termodinámica de los agujeros negros.
Mientras en el navegador de la tablet le preguntaba a mi estimado Google por el
significado de los naipes de tarot, empecé a darle largas. Le comenté con
largas y rimbombantes frases que prefería no declarar qué carta había extraído
porque un gran maestro inglés de las artes cósmicas adivinatorias me reveló que
hacerlo podría revertir el resultado de la predicción. Me contestó que eso eran
pamplinas, que los ingleses no entienden de tarot, que los verdaderos
especialistas están en Francia y en Italia y ellos siempre muestran las cartas.
Estuve a punto de mandarla a freír puñetas cuando mi amado buscador me sacó de
apuros. Bien, Feli, pues he de confesarte que ha salido la Estrella y boca
arriba, ¿contenta? ¿Eso significa que me voy a curar? Pues claro, mujer, ¿qué
otra cosa podría significar? ¿Y qué me dice de mi hijo? Saque otra carta, a ver.
Espere. Volví a menear los diarios mientras consultaba en la tablet. Aunque
entonces tuve otra idea, se me ocurrió soltarle que había aparecido la Muerte.
Boca arriba. Creí que así se acojonaría y me dejaría en paz. Caray, ¿eso es
maravilloso, no? Claro, claro, manifesté, poco convencido de ello. Quiere decir
que todo lo malo se va a acabar, ¿verdad? Pues claro, Feli, su hijo dejará las
drogas y su pesadilla habrá terminado… Eres un sol, Samuel. Cuando Rosa me dé
tus señas, paso y te abono los servicios. No se moleste, señora, que me doy por
bien pagado sabiendo que viene de parte de Rosa y que sus problemas se van a
solucionar muy pronto. Colgué, grabé el número en la agenda del móvil para no
contestar nunca más sus llamadas y después lo desconecté, por si las moscas.
FECHA 1+N
Hoy ha sido un desastre. Mi jefe me
ha pegado una bronca de tres pares por retrasarme una semana en la presentación
de otro jodido informe. El inútil, que no entiende que estoy de faena hasta la
cabeza, encima me endilga la que a él le encarga el Director General. Es
idiota. Luego me he enterado que Sonia ha empezado a salir con Borja, el
secretario personal del Gerente. Jamás hubiera imaginado que le van los
aduladores lameculos. Me ha defraudado Sonia, con su carita de no haber roto un
plato, claro que con su pusilánime carácter pienso que nunca hubiésemos
congeniado… Además, me he dado cuenta de que bizquea un poco y tiene los
dientes amarillos del tabaco. Y para rematar esta fatídica jornada, mi equipo
ha palmado por cuatro a cero contra unos italianos de medio pelo. ¿Cómo pueden
aguantar a un entrenador tan impresentable y a esas carísimas figuras de
pitiminí que solo sirven para ilustrar anuncios de perfumes? Vaya fiasco. Lo
peor será mañana en la oficina, los seguidores del máximo rival me van a
amargar de lo lindo con sus chanzas de mierda.
Esta noche va a resultar difícil
conciliar el sueño con tanto disgusto acumulado. Espero que un poco de lectura
me haga olvidar todos esos sinsabores y me relaje lo suficiente.
Inesperadamente suena el teléfono en cuya pantalla aparecen las palabras
“número oculto”. Joder, no me gustan esas llamadas, pero por la hora que es podría
ser algo urgente, no me atrevo a ignorarla. Sí, diga. A partir de ese momento y
sin que sea capaz de meter la cuchara, una señora mayor comienza un monólogo
supersónico: Hola Samuel, soy Angelines, amiga de la Feli, que es amiga de la Rosa.
La Feli me ha encargado que le comunique que como usted predijo, ya se
arreglaron sus problemas. El Estado revisó el expediente y le ha otorgado una
indemnización y una pensión extraordinaria por la muerte de su marido en acto
de servicio, ella al final no tenía la enfermedad que le habían diagnosticado,
fue un error médico, tenía otra cosa, le están medicando y se encuentra bien, y
su hijo se lió con una búlgara y se ha ido a vivir con ella a su país, dejando
en paz a la Feli. Ya sé que es un poco tarde, pero estoy desesperada, por eso
le llamo, para que me eche las cartas en un momentito si es usted tan amable. Hola
y encantado, Angelines, pero debe existir algún error con el número que ha
marcado. Ni yo me llamo Samuel ni conozco a ninguna Feli ni a ninguna Rosa y no
sé a qué cartas se refiere usted. Lo siento mucho, perdone señora. Buenas
noches y buena suerte. Adiós, Angelines.
Inquietante micro, me ha gustado mucho!
ResponderEliminarBuenas noches y buena suerte, desde luego que sí. Muy divertido.
ResponderEliminarIgual debería cambiar de trabajo y dedicarse a la adivinación aunque si le ha de quedar la cara como al de la foto... Muy divertido y ese entronque de historias me ha gustado mucho, maestro. Buenas noches y buena suerte!!
ResponderEliminarMuy bueno y divertido, maestro.
ResponderEliminarQué imaginación, Rafa!! Me dejas sin habla...
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