Hacía su trabajo en una mesa
acondicionada sobre la bañera, mientras refrescaba su ánimo de los terribles
picores que no le dejaban vivir en paz. Necesitaba de esos baños medicinales
para su piel. No podía desconectarse de la red ni un segundo. En ella transmitía
sus órdenes de directivo de empresa. Protegía su portátil del acecho del agua
con sumo cuidado. El Smartphone y el ipad al otro lado, sobre una supletoria y
a mano. La imagen con las constantes cotizaciones de las diferentes bolsas
mundiales, en una pantalla encastrada en la pared. Lo que desconocía era que
aquel sería su último día. Su subordinada en el trabajo, Carlota, había
decidido que no merecía vivir más. Ya bastaba de listados, videoconferencias, documentos
y emails, en aras de la productividad desenfrenada
y multinacional. El prurito y las vesículas de la piel no habían sido suficientes.
El Capitalismo salvaje perdió a uno de sus mejores lobos. La aldea global no se
inmutó.
Desde luego, la aldea se habrá quedado descansando aunque ya habrá otros que hagan su labor. Me ha encantado, Maga.
ResponderEliminarCiertamente...el capitalismo mata! Muy bueno Maga, estás en racha...
ResponderEliminar