Vivo en una callejuela en el centro de Valencia. Mi dormitorio da a la calle. En frente hay un bar que, en las noches de verano, es un espectáculo: un desfile de rostros, cuerpazos, escotes, brazos, piernas, modelazos… Los fines de semana, la calle se llena de gente que toma copas, habla y ríe. En las madrugadas se suelen oír voces entonando canciones que van desde el cante jondo de Camarón, a la copla del marinero del tatuaje en el pecho de la Piquer. Yo, que a mis años ya no puedo estar presente en esas juergas, me arrebujo entre las sábanas y pienso: “asisto a la velada desde un lugar privilegiado, mi camita”.
Me ha gustado, Lucrecia. Puedo visualizar perfectamente el retrato de imágenes y sonidos.
ResponderEliminarVuelvo a decir que me sorprende la cantidad de puntos de vista que genera una imagen.
Qué dulce.Me gusta mucho.
ResponderEliminarArrebujar que palabra más preciosa. ¡Suena bien, como tu relato, hada!
ResponderEliminar¡Perfecto, sin adjetivos! Estos que bailan no me dejan escribir!!
ResponderEliminarBuen relato sin adjetivos, Lu. A mí no se me hubiera ocurrido porque estoy acostumbrada al silencio. Como a Geli, también me gusta mucho la palabra arrebujada.
ResponderEliminarMenuda suerte poder asistir a tal velada desde la cama.
ResponderEliminarMuy bueno, yo también disfruto las juergas ajenas de la misma forma. Muy bien relatado has conseguido que nos arrebujemos contigo a escuchar la fiesta.
ResponderEliminarQué ambiente tiene tu calle!!.
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