Después de meses en el campo, me aturde una ciudad que olvidé: carreras, pitidos, empujones… ¡Socorro!, mi cabeza amenaza con estallar dentro de esta coctelera que me lleva de un lado a otro. Me coloco en el ensamblaje de la cadena que se arrastra a mi alrededor y me dejo llevar. Al cabo de unos minutos siento que he recuperado mi sitio, todo está en orden.
Muy bien Yolanda, te sobra la tilde del colocó!!
ResponderEliminarBien, Yolanda. Yo no me inspiro de momento, creo que tengo la cabeza más o menos como esta calle.
ResponderEliminarHay rachas, yo llevo una fatal, pero como dice Eufrasio: "me esfuerzo os juro que me esfuerzo".
EliminarJajajajaj, yo también me esfuerzo.
EliminarMola
ResponderEliminarBravo Yolanda, corto y bueno. un beso.
ResponderEliminarMuy bueno, Yolanda. Una forma de adaptarse al destino que nos agobia.
ResponderEliminarEl título, Yolanda, muy bien escogido. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha encantado, y me he sentido identificada, a veces he tenido esa sensación al llegar a una gran ciudad, como de estar fuera de sitio, pero al rato, parece como si encajases, como si estuvieras desde siempre dentro de ese caos. Muy bueno!!!
ResponderEliminarMagnífica tu breve historia de adaptación, Yolanda.
ResponderEliminarSí, Mag, a mí también me ha encantado porque dentro de muy pocas palabras expresas mucho. ¡Guay!
ResponderEliminarCorto y muy expresivo
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