miércoles, 26 de noviembre de 2014

Una buena lección


Foto de Carles Solís

Yo era una feliz profesora de matemáticas. Ejercí mi profesión durante veintinueve años. Nunca tuve un destino fijo por razones que son largas de contar y que no vienen al caso, aunque su esclarecimiento daría mucha luz sobre el mediocre sistema educativo de este país en el que vivimos. Me consideraba buena en mi oficio y casi siempre recibía el cariño de mis discípulos. Hasta que los nuevos tiempos me enfrentaron a una asignatura llamada Atención educativa.  Esta venía a ser el coladero de la mayoría de los alumnos, que huían de la religión. Pero ¡ay de mí! Esos chicos descreídos tampoco respetaban la autoridad de mis canas ni de mi cargo y todo terminó de forma intempestiva cuando le rompí una silla en la cabeza a Gregorio Contreras. Se quedó varios meses en coma, reflexionando, supongo, si es que ello es posible en tal estado, sobre las inconveniencias de menospreciar las fuerzas de aquellos con los que nos enfrentamos.

3 comentarios: