Como me gusta escuchar el sonido del
agua chocando contra el asfalto. Salir a la calle y observar cientos de
paraguas erguidos bañándose bajo la generosa lluvia. Siempre sonrío al ver a
alguna niña saltando sobres los charcos. Me recuerda a cuando jugaba junto a mi
hermana, donde una pequeña charca solía ser un pozo de deseos, una ciudad
submarina o incluso un océano de sueños.
Muy bonito y entrañable.
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