viernes, 13 de marzo de 2015
El sueño de la Princesa
Había una vez un caracol que siguiendo siempre la estela de la salida del sol, llegó hasta la orilla del mar. Se dejó llevar por la blanca espuma de las tranquilas olas y se encontró con extraordinarias sirenas de colas plateadas, que lo invitaron a un viaje por el interior del océano. Allí contempló horrorizado las ballenas heridas con arpones sangrientos clavados en sus lomos, los delfines enloquecidos, fugitivos de circenses piscinas, los pececitos atrapados en crueles redes pesqueras, las masas de corales que flotaban solitarias, destrozadas de sus barreras naturales.
Las mismas aguas lo devolvieron a la playa, convertido el caracol en caracola.
La caracola, siguiendo siempre la estela de la puesta del sol, llegó hasta un castillo donde hacía tiempo que una princesa dormía un inquieto sueño.
Trepando por la rosadas sábanas se acomodó en la almohada, pegada al precioso rostro de la joven
princesa. Durante horas y horas le contó su viaje por el fondo del mar.
Dicen las crónicas que cuando la caracola hubo terminado su relato, la princesa no quiso despertar de su largo sueño.
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Muy bonito, aunque sea dura la realidad a la que hace referencia. No me extraña que no quisiera despertar...
ResponderEliminarMuy bueno, Pepe.
ResponderEliminarPrecioso. El lenguaje simbólico es muy preciso; pero ¿qué soñaba la princesa?. Sería fantástico que desarrollaras este microrelato e hicieras una historia.
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