Sus manos se encontraron rodeadas de terciopelo y supieron distinguirse entre suavidades. Él adoraba su
piel y ella, a pesar de su sobriedad, se volvía loca por sus manos. Siempre se
encontraban en lugares anticuados, de brillantes espejos y decoración recargada, sintiéndose durante
unas horas los protagonistas de su propio espacio. Era uno de sus
juegos favoritos, del que habían de despertar para despojarse de sus disfraces y continuar trabajando en la casa
de sus señores.
Muy bueno, Maga, ese jugar a ser otros. Un abrazo.
ResponderEliminarLos sueños hechos realidad por un corto espacio de tiempo. Me gusta mucho Malén.
ResponderEliminarMuy bueno, Malén. Me ha encantado.
ResponderEliminarMalén, estás que te sales... Buenísimo y corto, como a mi me gustan
ResponderEliminarOriginal, los sueños pueden cobrar vida aunque haya que despertarse tarde o temprano.
ResponderEliminarUn abrazo.