Cuando se colocó delante de aquella pequeña urna para
ejercer su derecho al voto, el Presidente de la mesa observó un comportamiento
extraño en aquel hombre.
Rompió el candado y
de un brinco se introdujo en ella, ante la mirada atónita de todos los
allí presentes.
Sin duda pensaba que era la única forma de asegurarse la
reelección.
Muy bueno, Marisa!!
ResponderEliminarGracias Amparo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarJaja, es ideal, el título y el final encadenados.
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