Olvidada
de la escritura, permanecí en silencio durante días interminables. No sabía el
motivo de mi desgana general así que me dejé llevar por mis sentimientos y me
fui sumergiendo en una apatía pegajosa y resistente que se iba apoderando de mí
cada día un poco más. La primavera azotaba con un viento insoportable a la
gente y a las cosas y el mundo se degradaba en miserias incontables e
incontrolables. Tuve que huir de los telediarios e, incluso, sentía miedo de
las noticias de la red. Me vino de pronto la voz de Nietzsche y su “voluntad de
poder”, esa fuerza que nos hace amar la vida y autoafirmarnos en ella sean
cuales sean las circunstancias. Y me dije: estos son los tiempos que me ha
tocado vivir. No puedo salvar al mundo. Solo puedo seguir creando mi vida hasta
el último aliento y compartirla con vosotros.
Precioso Lu, y me anoto el mensaje para ponerlo en práctica.
ResponderEliminarGracias, prima, vamos a ponerlo en práctica.
EliminarSigue, sigue!!
ResponderEliminarEsperanzador canto hacia lo positivo, una actitud necesaria y nada fácil de adoptar en estos tiempos revueltos.
ResponderEliminarAbrazos.
Por fin, Lu. Ya teníamos ganas de leerte de nuevo. Ahora solo pon la directa y no pares, sigue, sigue...
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