Eran tres, como las hijas de
Elena. Las tres de todos los cuentos, canciones y poemas. No las unían los lazos de
consanguinidad, sino la cercanía. La vida las había golpeado a fuerza de
desengaños y tristezas. Y ahora, libres al fin de sus ataduras, con sus cabezas blancas y altas permanecían juntas con sus sonrisas y sueños intactos hasta el final de sus días.
Me encanta, Maga. Yo me apunto a una comuna mixta. Un abrazo.
ResponderEliminarAyssss, qué bonito, Malén...!!!
ResponderEliminarVenga todas juntas!!
ResponderEliminar¿Dónde están los chicos, Malén? ¿Los mataste? Ja ja ja... Está muy bueno. Un abrazo.
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