Durante
mi adolescencia - hace ya algunos años-, me gustaba saludar a la primavera
estrenando alguna prenda nueva. Un pantalón claro, una blusa ligera o unas
deportivas cómodas para andar por la ciudad o por el campo, lo mismo daba.
Esta
mañana, el sol me ha despertado con sus rayos directamente en mi ventana. Mi
cuerpo se ha puesto en marcha contagiado por la fuerza de su luz y su calor…
pero a los cinco minutos mi cerebro le ha ordenado que se detuviera y el cuerpo
le ha obedecido. No ha querido salir a la calle para comprar esa camisa verde
esmeralda que tanto le había gustado la semana pasada. Ni ha sentido deseos de
calzarse unas zapatillas blancas que todavía aguardaban envueltas esperando
salir de excursión a la montaña.
Mi
cuerpo –sin duda-, está manteniendo una pugna con mi mente y, desgraciadamente,
ésta es la que lleva todas las de ganar.
Los
pensamientos revolotean buscando una salida que no encuentran o que no existe. Los
rostros de la gente que ha perdido su trabajo o su casa o ambas me miran indefensos.
Veo jóvenes con maletas que se ven obligados a dejar a sus familias y a sus
novias para buscar trabajo en otras ciudades y, los que tienen que permanecer
aquí, se encuentran desamparados y desatendidos por la gente que debería velar
por su seguridad y su futuro. Esos mismos que han estado estafándonos en su
propio beneficio y que aún proclaman su inocencia y la legitimidad de su
escaño. Por todo ello y por mucho más… siento angustia y una gran tristeza.
Podría
haber escrito las palabras más bellas del mundo para dar la bienvenida a la
primavera, pero hoy no puedo. Tampoco sé si lo podré hacer mañana o pasado mañana,
ni al otro… Llamen otro día a mi puerta
y pregúntenme.
Tengo últimamente el cerebro bastante plano, el corazón herido y niguna inspiración. Este texto es lo único que he podido escribir en varios días. No es muy bueno, ya lo sé... Pero no puedo hacer más...
ResponderEliminarPues a mi me parece muy bueno, Amparo. Una crítica a la situación actual, hecha con la gran elegancia que te caracteriza. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Rafa. Tu comentario me sube un poco el ánimo.
ResponderEliminarEspléndido, Amparo, reflejas la situación de este país nuestro que nos agobia al tiempo que otras sensaciones pugnan por salir. El domingo de ramos quien no estrena algo ... Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Malén. Otro abrazo
EliminarDesgraciadamente real, nos están quitando hasta las ilusiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Yolanda.
EliminarMuy bien, Amparo, hay que escribir lo que se pueda, dejar de hacerlo es mucho peor. Yo he caído en ese fallo y no sé cuándo podré volver. Un abrazo y ánimo!!!
ResponderEliminarGracias, Lu. Espero que vuelvas pronto.
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