Se
tumbó en la cama de aquel hotel barato con un cigarrillo encendido en una mano
y la maldita carta en la otra. Lo había perdido todo: su familia, el trabajo,
los amigos. La puta crisis le había dejado solo e indefenso. Su pobre cabeza
era un inmenso pozo negro donde solo habitaban la tristeza y unas ganas inmensas
de desaparecer de la faz de la tierra. Hundirse en la profunda paz de una
muerte desprovista de sobresalto alguno. Pero le faltaba valor también para
llevar a cabo el acto final y pensó que aún le quedaban unos euros para terminar
con varias botellas de vino de buena calidad. Además, ¡qué coño! pensaba, por
qué no llevarse por delante a alguno de los causantes de su situación, ya no
tenía nada que perder. Empezó a buscar la víctima propicia, alguien que
fuera uno de los culpables de sus tribulaciones. Estuvo dudando entre varios
individuos que le habían ocasionado fuertes dolores de cabeza en los últimos
tiempos y no acababa de decidirse. Le venía a la memoria el director del banco,
el que le había anunciado la pérdida de todos sus ahorros con las dichosas participaciones preferentes, mientras que unos años atrás se las había vendido asegurándole una gran
rentabilidad. Recordaba nítidamente el cambio de su rostro durante la última entrevista. Cómo le hablaba de la gran catástrofe como si se debiera a una ley
necesaria de la naturaleza que escapaba totalmente a su control. Tenía que
madurar bien el plan, entretanto se fue al supermercado más próximo y compró un
par de botellas que empezó a beber con verdadera fruición, volvía a tener una
meta en la vida y él siempre había sido un luchador.
Muy bueno Lu, has retratado muy bien una situación que, por desgracia, se está haciendo bastantes habitual últimamente. No me resulta nada extraña la decisión de tu protagonista.
ResponderEliminarParticipaciones preferentes, ligera corrección para no crear dudas. Personalmente aplaudo la idea de tu protagonista!!
ResponderEliminarGracias, Maga.
EliminarVaya poder de improvisación más genial, Lu. Ayer le estuve dando vueltas y no conseguí una idea viable. Tendré que volverlo a intentar.
ResponderEliminarGracias, Rafa, con comentaristas como tú, da gusto escribir.
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