lunes, 4 de febrero de 2013

La máquina y yo.


Por fin he conseguido una incapacidad total. ¡Soy libre, libre…! Tengo todo el tiempo para mí y para mi máquina del afecto. Nunca he sido tan feliz, ni me he sentido tan acompañada. Tengo un novio en cada web y un millón de amigos de todo el mundo en el Facebook. Unos se conectan por las mañanas; otros, por las tardes; y otros, por las noches. A estos recurro cuando me ataca el insomnio.   Hablamos de todo, de lo humano y de lo divino, de la marcha del mundo y de nuestros platos favoritos, intercambiamos fotos y música y escribimos relatos. Nos hacemos críticas y alabanzas. Yo ya nunca salgo de casa, hago la compra desde aquí. Ahorro mucho dinero en ropa, ando todo el día en pijama, zapatillas y bata de cuadros. Tampoco recibo visitas. A veces hablo por el skipe, pero solo cuando tengo ganas de ponerme los rulos y arreglarme el pelo y vestirme que suele ser una vez al mes. Pongo una luz tenue y me hago la interesante pero la verdad prefiero la comunicación escrita, es mucho más rica y satisfactoria. Por primera vez en mi vida he conocido el éxito personal y social gracias a esta maravillosa máquina que amaré toda mi vida.

4 comentarios:

  1. Me resulta muy familiar esa máquina del afecto... Original texto, Lu, me ha gustado.

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  2. A mí también me resulta familiar, pero no tiene forma humanoide!! Un punto de vista Muy peculiar, me ha gustado!!

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  3. Un relato original Lu. Pero dile a la prota que hay un mundo más allá de esta maravillosa maquina jejeje

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  4. Ya dicen que el/la que no se conforma es porque no quiere y que cada cual es cada quien... Ja ja ja. Muy bueno, Lu.

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