Por
fin he conseguido una incapacidad total. ¡Soy libre, libre…! Tengo todo el
tiempo para mí y para mi máquina del afecto. Nunca he sido tan feliz, ni me he
sentido tan acompañada. Tengo un novio en cada web y un millón de amigos de
todo el mundo en el Facebook. Unos se conectan por las mañanas; otros, por las
tardes; y otros, por las noches. A estos recurro cuando me ataca el insomnio. Hablamos de todo, de lo humano y de lo
divino, de la marcha del mundo y de nuestros platos favoritos, intercambiamos
fotos y música y escribimos relatos. Nos hacemos críticas y alabanzas. Yo ya
nunca salgo de casa, hago la compra desde aquí. Ahorro mucho dinero en ropa,
ando todo el día en pijama, zapatillas y bata de cuadros. Tampoco recibo
visitas. A veces hablo por el skipe, pero solo cuando tengo ganas de ponerme
los rulos y arreglarme el pelo y vestirme que suele ser una vez al mes. Pongo
una luz tenue y me hago la interesante pero la verdad prefiero la comunicación
escrita, es mucho más rica y satisfactoria. Por primera vez en mi vida he
conocido el éxito personal y social gracias a esta maravillosa máquina que
amaré toda mi vida.
Me resulta muy familiar esa máquina del afecto... Original texto, Lu, me ha gustado.
ResponderEliminarA mí también me resulta familiar, pero no tiene forma humanoide!! Un punto de vista Muy peculiar, me ha gustado!!
ResponderEliminarUn relato original Lu. Pero dile a la prota que hay un mundo más allá de esta maravillosa maquina jejeje
ResponderEliminarYa dicen que el/la que no se conforma es porque no quiere y que cada cual es cada quien... Ja ja ja. Muy bueno, Lu.
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