Le seguían gustando las costuras de su antigua máquina de coser, esa que no cambiaba por nada. Se sentía cansada como ella, demasiados años trabajando y escasos cuidados. Compañeras de faena ambas. En cada puntada, un suspiro. Ya le faltaba poco para terminar. En realidad, esa anciana de aspecto bonachón escondía un secreto: cosía sus recuerdos para que no se le olvidaran. Primero los enganchaba con alfileres, después los hilvanaba y, cuando ya estaban todos bien sujetos, las costuras. Los remates a mano, para que no se deshicieran nunca las puntadas. Había ido guardando los tejidos que componían su vida y las de sus seres queridos que ya no estaban. Y ahí se encontraban todos juntos como los países de un mapa: recortes de bodas, bautizos y funerales. El vestido de medio luto, el de desahogo y los de colores de entretiempo y verano. Telas y fragmentos de imágenes y memorias que se iban aflojando como las canillas de la máquina. Pero finalmente lo iba a conseguir, tendría tiempo de darle una última puntada al tiempo.
Precioso Malén, muy de tu estilo, me han gustado esas puntadas de amor, nostalgia y esperanza.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias, Yolanda, a ver cuándo puedes estar de vuelta por esta tu casa, te echamos de menos.
EliminarDe acuerdo con Yolanda, lleva tu sello. Me ha gustado mucho. Hacía tiempo que no escribías algo así. Debe ser que las fotos que pongo no te inspiran... sniffff
ResponderEliminarMe has enseñado tú hoy este pintor que yo desconocía. LAs fotos no tienen nada que ver, se trata más bien de una misma, sequía mental. Gracias!!
EliminarPrecioso, Maga, vamos a ver si acabamos todas con esa sequía que viene la primavera y las lluvias. Si no te gustan las fotos, busca otras. Un abrazo.
ResponderEliminarMalén, me ha encantado tu relato, contiene una gran ternura. Me gustan los relatos sobre ancianos, tal vez porque poca gente se acuerda de ellos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias, sí hay que ponerse y darle a los engranajes mentales, sacudirse apatías y pesimismo!!
ResponderEliminarPrecioso, Malén.
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