A Amparo.
Mi padre ya me lo decía: te pareces a Bobby Fischer. Evidentemente no se refería a mi talento para jugar al ajedrez, más bien escaso (a pesar de mis esfuerzos). Mi padre me decía eso cuando, después de un día entero en la universidad, llegaba a casa, saludaba con un escueto “hola”, me duchaba, me cambiaba de ropa y me largaba con un escueto “adiós” para ir a ver a Ana. Eran tiempos en los que los libros y esa chica a la que también le gustaban los libros devoraban mis días.
Mis compañeros (amigos) de Valencia Escribe saben de mi situación en este último año. Justo cuando por fin iba a conocer a algunos de ellos, mi padre sufrió un derrame cerebral que, demasiados meses después, terminaría costándole la vida. Casi al mismo tiempo, en otro hospital, nacía Esperanza, mi hija. ¿Por qué cuentas todo eso otra vez, Marco? Calla, no seas pesado que ahora yo soy el narrador. Pues bien, soy consciente de que vuelvo a parecerme a Bobby Fischer. Aparezco, dejo un par de textos, me marcho, vuelvo a aparecer, vuelvo a marcharme. Odio las intermitencias, pero de momento no soy capaz de hacer otra cosa.
Todavía me cuesta andar en línea recta.
Todavía lloro sin que me pase nada.
Todavía escribo demasiado sobre demasiadas cosas.
Todavía duele.
Intento, sin conseguirlo, levantar un proyecto asequible a mi escaso tiempo y talento. Estoy en ello. Me ofusco, caigo y me vuelvo a levantar. No me ensañaron otra cosa. Por eso me gusta el boxeo (y el ajedrez, que es la versión violenta del boxeo). Por eso me gusta escribir. Hemingway lo supo antes que yo, y lo escribió mejor.
- Bueno, pero casi sin darte cuenta ya has escrito algo.
- Pues estamos listos...
- En serio, esto es un texto y deberías publicarlo en Valencia Escribe.
- Pero si no hay foto, ni se corresponde con los deberes.
- No pasa nada. Pon una foto de Bobby y otra del viejo Hem.
- Claro, para ti nunca pasa nada.
- Venga, no seas tonto. Así verán que de verdad te pareces a Bobby Fischer.
- Uf, que pesado eres.
- Ah, y dedícaselo a Amparo.
- ¿Y eso?
- Shhh, luego te cuento.
Genial, Marco, esta forma de decirnos tantas cosas. Un abrazo fuerte, fuerte.
ResponderEliminarPrecioso, me ha encantado.
ResponderEliminarMejor intermitente que nunca, Un abrazo!!
EliminarOtra vez has logrado emocionarme. Gracias por ser tan fuerte y regalarnos tanto de ti. Un abrazo chillao
ResponderEliminarPerdona, Marco, he estado un día ausente y me encuentro con tu texto... Gracias por dedicármelo. No sé si te sentó mal que invitara a Rafa Sastre a entrar en tu blog... espero que no. Él me dijo que le gustaba mucho tu forma de escribir... seguramente, cuando lea este texto, entenderá el porqué de tus ausencias.
ResponderEliminarTú ya sabes que con foto o sin ella siempre eres bienvenido y que yo entiendo perfectamente tus motivos porque, por desgracia, he pasado también lo mismo que tú y desde muy joven. Bueno, no quiero abundar en esto. Un abrazo muy fuerte y espero algún día conocerte en persona, cuando haya pasado el tiempo necesario para que eso suceda.
Marco, es cierto lo que dice Amparo. Me encantan el estilo y los contenidos de tus textos. Ojalá nos regales más obras, siempre es un placer leerte. A ver si paso por tu blog.
ResponderEliminarPrecioso, Marco Antonio.
ResponderEliminarMarco si quieres escribir 1000 veces más sobre ello y eso te ayuda de algún modo, aquí estaremos para leerte amigo.
ResponderEliminarUn abrazo.