Mire, señor comisario: que yo no
digo que Sor Clotilde, que ojalá Dios tenga en su gloria, fuera mala persona, aunque un
poco rarita sí que nos parecía a todas. En el misal, en lugar de estampitas de
la Virgen o del Beato fundador de la compañía, guardaba fotos de actores de
Hollywood, todos los días antes de los maitines practicaba en mallas una especie
de gimnasia a la que llamaba aerobic o algo así y reveló a algunas hermanas su empeño en romper el sagrado voto de clausura el sábado de los acontecimientos para asistir
a un concierto en el Rockódromo. Advertida de ello, la Madre Superiora la había
castigado, encadenando a su pierna una bola de plomo. Pero ni por esas: el
demonio hizo bien su trabajo y se la quiso llevar con él.
Rafa Sastre
Esas monjas irreverentes, si no fuera por ellas, el hábito no sería tan... soso. Muy bueno, como siempre, Rafa. Abrazos.
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