miércoles, 14 de enero de 2015

El pavo relleno de María Luisa y Carlos Augusto




Carlos Augusto era un tipo miedoso, asustadizo, impresionable. Un cagón. Cagón, pero justo. Carlos Augusto era un tipo justo. María Luisa era una chica muy simpática, habladora, echada para adelante y también era bajita. María Luisa María Luisa era petisa y tenía prisa por casarse con Carlos Augusto.

Pero Carlos Augusto se moría de susto cuando María Luisa le hablaba de la ceremonia y la misa. «¡Está loca la petisa», le decía a los amigos del barrio ¿Cómo podía querer casarse con él si él no se animaba ni a decirle a María Luisa que era linda pero era petisa ? ¿Y si la cosa no iba? ¿Y si ella se daba cuenta que a él todo le daba susto? Carlos Augusto la quería mucho, más que a nadie en el mundo y era justo que María Luisa quisiera casarse pero no justo cuando Carlos estaba tan a gusto viviendo solo…  

Pasó el tiempo y María Luisa probó con todo, pero nada funcionaba, hasta que un día la petisa le dijo a todo el mundo, incluido Carlos Augusto, que tenía mucha prisa. ¡María Luisa con prisa! Gritó a los cuatro vientos (muerta de risa) que se casaría con el primer hombre que le ayudara a preparar su comida favorita…

La risa de María Luisa caló hondo, muy hondo, en el susto de Carlos Augusto. ¿Cómo era posible que quisiera casarse con cualquiera que supiera sus gustos? «Eso no es justo», dijo desesperado Augusto. «¡Yo soy el único que merece sus caricias, sus brazos, sus besos y por qué no también su busto! Voy a decirle cuatro cosas, a esa moza, para sacarme este horrible disgusto…»

Y así fue Carlos Augusto a encontrarse con María Luisa que estaba en la cocina.

—¿Qué ha sido esa risa, esa burla, esa escaramuza?, dijo Carlos resentido.
—Ha sido lo que ha sido, una muestra de disgusto, mi querido Carlos Augusto.
—Pues sabes que sólo yo sé qué es lo que comes más gusto, ¿por qué llamas a todo el mundo?, ¿te crees muy lista, María Luisa?
—Lista no sé, pero harta llevo mucho…
—¿Y puede saberse por qué tienes tanta prisa?
—Pues porque lo necesito…
—¡Pero si estás guisando pavo!, tu…, mi…, comida…
—Sí, pero le falta algo, Carlos Augusto, le falta lo más importante…
—¿Qué quieres querida mía? ¿Qué quieres que te traiga, amor de mi vida? ¿Por qué me haces esto, si sabes que te quiero mucho? ¿Qué quieres, dímelo?
—Pues ya lo sabes, Carlos Augusto. Si me gusta tanto el pavo relleno y yo este pavo está bien caliente, yo pongo el pavo…
—Y yo ¿qué pongo?, dímelo, te escucho…
—¡Yo pongo el pavo caliente, y tu me lo rellenas, Carlos Augusto!

Así se le fue el susto, por fin, a Carlos Augusto y María Luisa se olvidó la ceremonia y de la misa.

Pavo Asado Relleno

Pernando Gaztelu, 2015

1 comentario:

  1. Aquí en nuestra Argentina, solemos decir: "Cayó el chivo en el lazo"
    Pero que te ofrezcan un pavito así...
    Un abrazo Fer, me gusta tu humor.

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