—Gala, Galuchka, déjame entrar.
—Vete de mi castillo, loco impotente.
—Gala, Gradiva, ábreme sólo una rendijita para que pueda
veros, quiero mirar.
—¡Fuera de Púbol!
Amo y odio a Gala, la musa divina que me hechiza con sus
ojos profundos e irracionales de bruja rusa. “Amo a Gala más que a mi madre,
más que a mi padre, más que a Picasso, más incluso que al dinero”. Y la odio
cuando se encierra con sus amantes jóvenes en el castillo de Púbol para
vampirizarlos y no me dejar sentarme en un sillón y observarlos. Ella cree que
el esperma de los hombres jóvenes y fuertes que la penetran es lo único que
puede hacerla rejuvenecer. Me excita que tenga amantes y lo sabe. Soy el mayor
de los cornudos. La odio y dejaría caer cientos de cuchillos sobre esa espalda
que he hecho inmortal. Hoy he soñado con los cuchillos y con Gala debajo,
indefensa, a sus pies, atormentada y temerosa.
—Gala, Galuchka, tienes que posar para mí unas vez más. Soy
tu genio y tú eres mi alma.
—Vete, perverso voyeur, y déjame disfrutar.
—Ven, Gala, Gradiva, he soñado contigo.
—Fuera, fuera, diablo con pinceles. No pienso ponerme debajo
de esos cuchillos que me aterran. Coloca ahí, bajo ese diluvio de aceros, a las
jóvenes putitas con las que te masturbas.
Vicente CARREÑO
Sin duda se trata de un delirio, que bien podría ser el resultado de una ensoñación tras una noche de excesos. Bien escrito.
ResponderEliminarUn delirio, claro. No sé por qué la imagen me pareció muy daliniana. Y ya sabes que Gala y Dalí llegaron a agredirse físicamente. A él tuvieron que hospitalizarle después de una de sus trifulcas.
EliminarMuy bueno, Vicente. Bienvenido a Valencia Escribe.
ResponderEliminarGracias. No domino todavía el funcionamiento de esta web, como se ve, pero lo estoy intentando.
ResponderEliminarEh, Vicente, esto tiene nivel, hermosa prosa poética, loca y a la vez irreverente. Felicitaciones!
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