- Buenos días,
doctor.
- ¡Buenos días! ¿Cómo se encuentra?
- No tan bien como
usted.
- Cuénteme, cuénteme…
- En la última visita
usted me dijo que debía aprender a decir “no”.
- Correcto. Debe
trabajar esa asertividad que le hace parecer tan blando, tan pusilánime…
- Lo intento, pero me
cuesta tanto… y luego están esas alucinaciones… Son tan reales… ¿No debería
aumentarme la medicación?
- Déjeme pensarlo… Por la mañana puede tomar dos pastillas en lugar de una. Tome nota.
- Sí, a ver si mejoro
algo, porque en estos momentos veo un conejo blanco en lugar de verlo a usted…
- Ja Ja Ja… ¡qué
locura tan simpática manifiesta usted! Nos vemos el lunes próximo.
- Hasta el lunes
doctor. Le dejo las zanahorias a su enfermera, la de la manchita negra en el
hocico.
Muy bueno, Amparo!!!
ResponderEliminarCoincido con Lu: Muy bueno, Amparo.
ResponderEliminarGracias, chicos!!
ResponderEliminarMe parece que la cordura se marchó de vacaciones, ja,ja,ja Muy divertido
ResponderEliminarGracias, David!
EliminarHermoso relato, muy naif pero pero efectivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Luis. Debo ser naïf, no eres el único que me lo dice... Me lo debo tratar??
EliminarJajaja un relato loco, loco. Me encanta.
ResponderEliminar