La noticia no podía engañar a nadie. La apariencia de veracidad me asaltaba desde las palabras sobre el papel arrugado. Sin embargo, en algún lugar remoto de mi consciencia gritaban las alarmas: no puede ser, no puede ser... Incapaz de creer lo que estaba leyendo, quise enunciarlo en voz alta, para que, al escucharme, mis amigos me dijeran que estaba loco y, así, paradójicamente, volver a la realidad de los cuerdos. No sirvió de nada. El calor que desprendían todos a mi alrededor no logró enmascarar el frío eterno que comenzó en ese momento a apoderarse de mí. Y que todavía sigue.
Buen micro que deja la historia a la imaginación del lector. Solo un yo que se queda eternamente helado, enajenado, al leer una noticia.
ResponderEliminarMuy bueno. Nos dejas en ascuas!!
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