domingo, 12 de junio de 2011

UN VIAJE INESPERADO

A principios de febrero, una llamada de teléfono me trastocó la vida. Oí la voz de una mujer al otro lado, la de Paula. No recuerdo sus palabras exactas  porque me perturbaron hasta lo indecible. Sustancialmente me dijo que se iba a Paraguay a ver a su hijo y que si quería acompañarla. Me dejó sin habla y con fuertes latidos en el corazón. Temí  que se saliera por libre en una carrera enloquecida adelantándose al inusitado viaje. Le contesté que sí,  sí,  sí..., aún sin pasar por el registro de mi yo consciente.
Fuera me oyeron, mi voz sonó inconfundible: Me voy a Paraguay. Nadie puso el grito en el cielo, me miraban con cara de entenderlo todo, no hacían falta explicaciones. Pasé unos días de la risa al llanto y del llanto a la risa, sin previo aviso. Visité agencias de viajes e hice los preparativos como en sueños. Parecía imposible. Pero llegó el día y, después de 28 horas de viaje, llegué directa al corazón de mi hijo que me esperaba en el aeropuerto con esa sonrisa suya y esos secretos que fue desgranando poco a poco durante los doce días en  que volvimos a compartir la vida cara a cara...
Ya he vuelto. He vuelto con la sensación de haber perdido a un niño y encontrado a un hombre, un hombre espléndido que, sin duda, seguirá sorprendiendome con el paso del tiempo...

4 comentarios:

  1. Ay los hijos, se alejan, crecen, cambian..., y nosotras siempre ahí, siguiendo su estela; entrañable tu relato Lucrecia, enhorabuena por ese vínculo tan especial con tu hijo.

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  2. Fenomenal, perfecto no cambiaría ni una coma.

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  3. Vaya tiarrón, Lucrecia. Y con esa foto hasta parece que vaya a salir de la pantalla. Bueno, por si os decidiéseis a salir de la pantalla -porque yo me dejo el ordenador todo el día encendido- tengo cervezas frecas en la nevera y dos vasos enfriándose en el congelador. Dejadme una al menos y reponed un vaso.
    Bromas aparte, y en la línea de Magdalena, me parece grandioso cómo con tan pocas palabras puedes describir la emoción de ser madre, de ser madre de un verdadero tiarrón.

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