martes, 7 de junio de 2011

El jardín de Ángela

Ángela vivía en una casa grande y retirada a las afueras del pueblo. Hija única, la había heredado de sus padres y desde que ellos murieron, allí se pasaba los días pensando qué hacer con su vida. Hablaba sola por los pasillos, hablaba por  las alcobas, y sobre todo hablaba en el jardín. Las hortensias, las lilas, los geranios y las rosas eran sus confidentes y amigas, además de su gata Lía y del perrito faldero, Willy, que la seguía a todas partes...
Los días de sol estaba alegre, incluso cantaba mientras mimaba sus plantas. Los días de lluvia los pasaba enfurruñada dentro, mirando el agua resbalar por los cristales, escuchaba su repiqueteo constante y sentía que el universo entero lloraba con ella.
Un buen día vio brotar una extraña planta en una gran tinaja llena de tierra que tenía en un rincón del jardín. Sorprendida empezó a cuidarla con esmero y cada día se asomaba viéndola crecer lentamente un poco más. Una mañana pasó su mano suavemente entre la tierra y le pareció tocar una melena rizada de pelo fuerte y sedoso. A los pocos días creyó tocar la piel de una frente y cuál fue su sorpresa cuando otro día vio unos ojos grandes y negros que la miraban fijamente. Cuando afloró la cabeza entera, vio un bello rostro de mujer y una sonrisa que le encendió el alma. Ahora va por la cintura y Ángela la cuida con esmero, no tiene prisa, sabe que es suya y que lo será para siempre...

6 comentarios:

  1. Qué gracia, Lucrecia. ¿Este es antiguo? Me encanta como manejas el ritmo de la historia.

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  2. Gracias, Eufrasio. Si lo escribí hace unos meses dedicado a una amiga chilena, la que aparece en la foto.

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  3. Muy bonito, con un aire de realismo mágico. ¿Recuerdas aquella película española de "Amanece que no es poco"?

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  4. Me vino a la cabeza esa peli cuando vi la foto de Patrick. Ten en cuenta que se desarrolla en mi tierra y que el director también es de AB. La he visto mil veces con mi hijo, siempre nos moríamos de risa con ella.

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  5. Por fin lo he encontrado. Después de darle vueltas y más vueltas. De los textos de mi colección particular para trabajar con mis alumn@s.
    Lo transcribo. De Ursula Wölfel en "Veintinueve historias disparatadas"

    La historia de la mujer plantada

    Una mujer se encontraba a sí misma tan hermosa y delicada como una flor. Cada día su marido tenía que decírselo, y nunca podía jurar o contar chistes verdes o eructar cuando la mujer estaba delante.
    Debía solo admirarla y cuidarla y tratarla siempre como a una hermosa flor delicada.
    Por eso el hombre plantó un día a su mujer en un tiesto grande.

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  6. Qué buenos alumnos con una profe como tú. ¡Felicidades!

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