(Hacía más de veinte años que había dejado de fumar...) y tenía suficiente dinero como para invertirlo en algo que fuera un valor seguro, algo que siempre tuviera un mercado pujante, algo de lo que la humanidad no pudiera prescindir aunque lo prohibieran (entonces estaría dentro del mercado negro, pero nunca me he considerado una persona racista) Así que la idea apareció en mi cabeza como una revelación divina, como un estallido clarividente, como una “mascletà” neuronal. Tenía que invertir en tabaco, bien fuera en Phillip Morris, en British American Tobacco o incluso en Cohiba de La Habana. Es la ley del éxito rápido: dinero llama a dinero, pues tabaco, llama a tabaco; y en los tiempos que corren la ambición tiene que saltar por encima de cualquier tragedia...
Bien podría decirse que fué el resurgir de sus cenizas......Qué bien escribes Eufrasio.
ResponderEliminarVamos a ver qué pasa con los comentarios. De momento ningún problema. Espero que tu prota volviera a fumar, por lo menos...
ResponderEliminarMal negocio amigo, seguiré tu relato, lo prometo.
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