jueves, 8 de noviembre de 2012

12. (Concurso Otoñal) AFÁN DE SUPERACIÓN

Cuando nació Pedro, un día de otoño, nuestra alegría se convirtió en sorpresa y preocupación, la felicidad intentaba desvanecerse, te preguntabas qué hiciste mal y poco a poco aceptabas la situación. Nuestras vidas cambiaron totalmente, por lo menos al principio, luego todo se fue asentando. Afortunadamente. Muchos, llegaron a pensar que era una desgracia, cómo un regalo mal envuelto, no era hermoso a primera vista, pero, según vamos destapando ese regalo, nos encontramos que lo que hay dentro es maravilloso.
Alrededor de Pedro caminaban nuestros pasos; ¡siempre alegre, siempre con el afán de superación, siempre sacándonos una sonrisa!.
Se acabaron las fiestas y el constante ir y venir de las playas en un alegre y breve descanso estival, y me sumergir en la rutina otoñal, donde empecé a preparar el material escolar para que Pedro, con seis años y deseoso de iniciar los juegos con sus amiguitos de tareas, lo tuviera todo preparado.
El primer día de clase se levantaba nervioso, ansioso por llegar puntual. En nuestro recorrido, al pasar por el parque, una ráfaga de aire hizo bailar las hojas de los árboles que caían como lluvia a cámara lenta, y me sonreí al verlo agacharse y rebuscar entre ellas en una selección perfecta ante su mirada, recogió un par de hojas secas; igual que habíamos hecho el año anterior cuando le enseñe a guardarlas en su libro favorito. Sacamos su libro de este año y colocó una hoja con mucho cuidado en la primera página y la otra en la última. Su andar, a modo de saltitos era alegre, y cuando llegamos al parvulario, los lloros de los niños hacían eco en una mañana donde la lluvia empezaba abrirse camino, pero Pedro me enseño su mejor sonrisa y entró como un hombrecito, yo sabía que no tenía necesidad de romper ningún molde, ni demostrar nada a nadie, pero a mí me demostraba cada día que el único disgusto que me pudo haber proporcionado aquel día de otoño, fue su diagnóstico, que era un niño con Síndrome de Down, aunque el tiempo me argumentó que más que disgusto fue sorpresa.

REGALO

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