sábado, 31 de enero de 2015

Desarme


 Todos en la habitación le decían que le faltaba un tornillo, ella apresurada bajó las escaleras a prisa, pues pensaba haberlo dejado en la cocina. Un pequeño trompicón y cayó en pedazos, al parecer faltaban más de uno y eso facilitó su desarme.

Noche de botellón


El Rey y la Reina, damas blancas y negras, futbolistas, maquinistas de tren, operadores de grúas, granjeros y sus animales... todos los habitantes del Almacén juntos y revueltos en aquella noche loca. Alguien dijo después haber visto desaparecer juntos a Kent y Aiko, la Cyber-Androide más sexy del mundo, pero no fue hasta la madrugada cuando los LegoPolicías encontraron su cuerpo destrozado al final de la escalera. Nadie podía imaginar siquiera que Barbie fuera una celosa patológica.

Pepe Sanchis

jueves, 29 de enero de 2015

Al miedo

Tiro porque me toca, de muro en muro, de salto en salto. Cargo la piedra y tiro, y otro cae que no creyó poder. Cae de alto, cae ya muerto. El siguiente será más grande, más imponente, pero no tanto que mi tirada no le alcance. Me reconozco en el enemigo. Soy yo mismo. No tuve otro, no tan feroz.
-No podrás con ello -amenaza mi propia voz, filistea-: harías mejor en conformarte. ¡Ríndete!

   Entonces volteo, tras el primer temor; una, dos, tres veces. Tiro firme, tiro a seguro, y me descubro sobre el gigante -resultó que podía, resultó que puedo. 
  Sacudo la testa, como el león hace. Vendrán más muros, pues eso toca, pues son sus tiempos. Vendrán montañas. Pero algo distingue a los que caminan, a quienes le rugen al miedo, a quienes tiran, de roca en roca, porque también les toca: la voluntad de ser, sobre la contingencia y sobre sí mismos, seres libres.


(el David de Bernini lo obtuve desde http://thesoftmanias.blogspot.com.es/)

Santiago Herrero

sábado, 24 de enero de 2015

Celos


Los celos me estaban matando, te seguí  bajo la pertinaz llovizna hasta que entraste.
¿Qué había en ese edificio?
¿Porque que caminar con tu paraguas y tu impermeable en esta mañana tan fría?
Mi intuición no podía fallar, saliste a hurtadillas pensando que dormía. Me vestí con premura y te seguí, mi mente urdió mil historias, desencajado y lloroso trataba de adivinar con quien te verías, ¿Mi amor no te bastaba? ¿Él sería más joven que yo?
La tapia era alta y no alcanzaba a ver dentro, debía hacer algo, se me ocurrió trepar sobre mi rodado, así llegaría seguro. No contaba con el piso mojado.
Enredado entre el paraguas, la bicicleta y el tremendo dolor del golpe te vi salir, sorprendida al verme en tamaña situación, no podía levantarme, debiste ayudarme. Avergonzado, sin poder articular palabra tomé entre mis manos al cachorro que se arrebujó en mi pecho.

Era mi regalo de cumpleaños…

domingo, 18 de enero de 2015

El amor en los tiempos de la ESO





 9,00  Cuando habla me hace soñar: navegamos ríos, ascendemos montañas, viajamos en la nubes con           destino la Luna y las Estrellas.
10,00 La profesora de Geografía abandona la clase.
10,01 Entra la de Matemáticas. Cambian mis sueños por pesadillas.

Pepe Sanchis

Finalista. Concurso de Microrrelatos Románticos "Cachitos de Amor 4"
Editorial ACEN Castellón.

miércoles, 14 de enero de 2015

El pavo relleno de María Luisa y Carlos Augusto




Carlos Augusto era un tipo miedoso, asustadizo, impresionable. Un cagón. Cagón, pero justo. Carlos Augusto era un tipo justo. María Luisa era una chica muy simpática, habladora, echada para adelante y también era bajita. María Luisa María Luisa era petisa y tenía prisa por casarse con Carlos Augusto.

Pero Carlos Augusto se moría de susto cuando María Luisa le hablaba de la ceremonia y la misa. «¡Está loca la petisa», le decía a los amigos del barrio ¿Cómo podía querer casarse con él si él no se animaba ni a decirle a María Luisa que era linda pero era petisa ? ¿Y si la cosa no iba? ¿Y si ella se daba cuenta que a él todo le daba susto? Carlos Augusto la quería mucho, más que a nadie en el mundo y era justo que María Luisa quisiera casarse pero no justo cuando Carlos estaba tan a gusto viviendo solo…  

Pasó el tiempo y María Luisa probó con todo, pero nada funcionaba, hasta que un día la petisa le dijo a todo el mundo, incluido Carlos Augusto, que tenía mucha prisa. ¡María Luisa con prisa! Gritó a los cuatro vientos (muerta de risa) que se casaría con el primer hombre que le ayudara a preparar su comida favorita…

La risa de María Luisa caló hondo, muy hondo, en el susto de Carlos Augusto. ¿Cómo era posible que quisiera casarse con cualquiera que supiera sus gustos? «Eso no es justo», dijo desesperado Augusto. «¡Yo soy el único que merece sus caricias, sus brazos, sus besos y por qué no también su busto! Voy a decirle cuatro cosas, a esa moza, para sacarme este horrible disgusto…»

Y así fue Carlos Augusto a encontrarse con María Luisa que estaba en la cocina.

—¿Qué ha sido esa risa, esa burla, esa escaramuza?, dijo Carlos resentido.
—Ha sido lo que ha sido, una muestra de disgusto, mi querido Carlos Augusto.
—Pues sabes que sólo yo sé qué es lo que comes más gusto, ¿por qué llamas a todo el mundo?, ¿te crees muy lista, María Luisa?
—Lista no sé, pero harta llevo mucho…
—¿Y puede saberse por qué tienes tanta prisa?
—Pues porque lo necesito…
—¡Pero si estás guisando pavo!, tu…, mi…, comida…
—Sí, pero le falta algo, Carlos Augusto, le falta lo más importante…
—¿Qué quieres querida mía? ¿Qué quieres que te traiga, amor de mi vida? ¿Por qué me haces esto, si sabes que te quiero mucho? ¿Qué quieres, dímelo?
—Pues ya lo sabes, Carlos Augusto. Si me gusta tanto el pavo relleno y yo este pavo está bien caliente, yo pongo el pavo…
—Y yo ¿qué pongo?, dímelo, te escucho…
—¡Yo pongo el pavo caliente, y tu me lo rellenas, Carlos Augusto!

Así se le fue el susto, por fin, a Carlos Augusto y María Luisa se olvidó la ceremonia y de la misa.

Pavo Asado Relleno

Pernando Gaztelu, 2015

lunes, 12 de enero de 2015

Delirio daliniano




—Gala, Galuchka, déjame entrar.
—Vete de mi castillo, loco impotente.
—Gala, Gradiva, ábreme sólo una rendijita para que pueda veros, quiero mirar.
—¡Fuera de Púbol!
Amo y odio a Gala, la musa divina que me hechiza con sus ojos profundos e irracionales de bruja rusa. “Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso, más incluso que al dinero”. Y la odio cuando se encierra con sus amantes jóvenes en el castillo de Púbol para vampirizarlos y no me dejar sentarme en un sillón y observarlos. Ella cree que el esperma de los hombres jóvenes y fuertes que la penetran es lo único que puede hacerla rejuvenecer. Me excita que tenga amantes y lo sabe. Soy el mayor de los cornudos. La odio y dejaría caer cientos de cuchillos sobre esa espalda que he hecho inmortal. Hoy he soñado con los cuchillos y con Gala debajo, indefensa, a sus pies, atormentada y temerosa.
—Gala, Galuchka, tienes que posar para mí unas vez más. Soy tu genio y tú eres mi alma.
—Vete, perverso voyeur, y déjame disfrutar.
—Ven, Gala, Gradiva, he soñado contigo.
—Fuera, fuera, diablo con pinceles. No pienso ponerme debajo de esos cuchillos que me aterran. Coloca ahí, bajo ese diluvio de aceros, a las jóvenes putitas con las que te masturbas.



Vicente CARREÑO

sábado, 10 de enero de 2015

Que parezca un accidente



A los Policías encargados del caso les costó mucho  trabajo identificarla. Nadie parecía conocerla cuando mostraban su foto. Era como si no hubiera existido.
Tras arduas investigaciones, el Constructor-Promotor confesó.  Era el principal beneficiario del contrato de edificación de la cárcel, que se había otorgado mediante una gestión privada a la Empresa constituida  a medias  con las Hermanas propietarias del suelo.
Ella era  la Tesorera de la Congregación de las Hermanitas de la Virgen de los Presos.
Al final pagó cara su negativa a compartir la comisión del 3 %.


Pepe Sanchis.

viernes, 9 de enero de 2015

Monjas, cine y Rock & Roll




Mire, señor comisario: que yo no digo que Sor Clotilde, que ojalá Dios tenga en su gloria, fuera mala persona, aunque un poco rarita sí que nos parecía a todas. En el misal, en lugar de estampitas de la Virgen o del Beato fundador de la compañía, guardaba fotos de actores de Hollywood, todos los días antes de los maitines practicaba en mallas una especie de gimnasia a la que llamaba aerobic o algo así y reveló a algunas hermanas su empeño en romper el sagrado voto de clausura el sábado de los acontecimientos para asistir a un concierto en el Rockódromo. Advertida de ello, la Madre Superiora la había castigado, encadenando a su pierna una bola de plomo. Pero ni por esas: el demonio hizo bien su trabajo y se la quiso llevar con él.

Rafa Sastre

Acróbata




Entonces la hormiga acróbata se excitó. Subió su cuerpo sobre la joven que tomaba el sol tranquila, en una larga tarde de domingo. La hormiga mantuvo su tórax sobre la cabeza y comenzó a girar sobre ella. La muchacha no pudo evitar acariciar su abdomen en forma de corazón, y ambas sucumbieron bajo el sol.


Esther Moreno

miércoles, 7 de enero de 2015

Cuchillos



El mendigo soñaba que los copos de nieve se convertían en afilados cuchillos de acero. Y despertó sobresaltado, empapado en escarcha y sangre que manaba de su espalda, sus piernas, sus brazos... A unos cientos de metros, un grupo de niños armados con barras de hierro y palos llenos de clavos corría sobre el lago helado en dirección a la Calle Mayor, de donde provenía el ensordecedor griterío de la Cabalgata de los Reyes Magos.

Manuel Pérez Recio, "Nelo"



martes, 6 de enero de 2015

AMOR ACUCHILLADO



Estaba perdidamente enamorada de aquel hombre. Su obsesión era tan grande que sólo por verlo permanecía despierta hasta altas horas de la madrugada. 
Un día decidió escribirle una carta. En ella le confesaba su amor y le describía  la pasión con que cada noche lo recibía en la soledad del dormitorio de su hogar.
El presentador de Teletienda y vendedor de cuchillos de cocina, cuando recibió la carta la leyó distraídamente y se la pasó a su ayudante:
-Isa, esta señora dice que está perdidamente enamorada de nuestro programa y que le apasionan los cuchillos de cocina, pero se le ha olvidado remitir el Cupón de Pedido. Por favor, pasa la carta por la Máquina Destructora de Papeles. Gracias.


Pepe Sanchis