miércoles, 24 de junio de 2015

SILENCIO, Vicente Carreño

Grité tu nombre a las estrellas
y sólo me respondió el silencio.

Te perseguí en los ojos blancos de la luna,
en los agujeros negros de la noche,
en el rostro de cera de los muertos,
en las vidrieras de las catedrales,
en el aullido lúgubre del viento,
en la tristeza azul de las olas del mar

Silencio, silencio, sólo encontré silencio.

Náufrago de la luz, ciego de ti,
perseguí el faro que alumbra las almas,
el rayo de sol de la sabiduría,
el camino que lleva al paraíso,
el misterio inexplicable del ser.

Silencio, silencio, sólo encontré silencio.

Fatigado, desnudo, solo y viejo,
prisionero en la barca de la vida,
ya no elevo mi grito hasta los cielos.
Sé que sólo hay vacío y muerte
cuando se apagan las estrellas

Silencio, silencio, silencio,

nada más que silencio,

jueves, 18 de junio de 2015

Accidente en 13




Todo quedó congelado en el tiempo.
Junto al teléfono y bajo la lámpara de sobremesa, cuatro utensilios polvorientos.
Luis Martínez falleció en accidente de automóvil, tras recibir un aviso de una desconocida.
María, su secretaria y amante no lo pudo resistir. Poco después se quitó la vida.
Lo que nadie sabe es que desde entonces, todos los días 13 de cada mes, a las 13 horas y 13 minutos, el teléfono recibe la misma llamada:
-Fontanería Luis Martínez? Quiero comunicar una avería.

SE APODERÓ DE ELLA







El hombre llamado X, había decidido cavar cerca de la medianera y profundizar lo más que pudiera. Utilizó una pala para el hoyo, paja para sujetar las paredes y la noche para ocultar sus deseos. Esperó sigiloso disfrazando su sombra entre la arboleda. El golpe fue certero. Lo amortiguó la lluvia que empezó a mojarle justo en el mismo instante que la Luna caía. Caía, caía…y el hombre llamado X la sepultó con barro.

(Micreorrelato finalista en el Concurs de microrrelats de Godella 2015)

miércoles, 17 de junio de 2015

El bueno de Mike

Dedicado a la inspiradora obra de Rafa Sastre,
 Jazzesinato


Mike no quita ojo a las tetas Blanca. 

Bajo el ceño fruncido está la otra mitad de sus ojos y como marco —de esa cara de bobo— una boca abierta a juego con la mirada perdida en un punto por detrás del escote.
Frente a él está Jon. El vasco también clava su mirada, aunque con más fuerza. En este caso el objetivo es un punto incierto, por detrás de la nariz de Mike. 

Blanca no mira a nadie. 

Suena un blues. Percusión, bajo, guitarra y una armónica desgarrada. Blanca desaparece con cada bending de la armónica y vuelve a aparecer con los golpes del bajo. La mesa es demasiado pequeña para los tres, demasiado pequeña aunque sólo estuviera allí Blanca. El ritmo suave acompaña el vaivén de la cabeza de Mike —mueve todo menos sus pupilas— y la pulsión de los dedos de Jon sobre la pequeña mesa circular.
El roce del peine al final de Kiss me a lot  da campanada final a la paciencia de Jon. ¡Deja de mirarle las tetas, maldito idiota!, dice levantándose de la silla.

La mesa se tambalea por culpa del golpe con la rodilla del vasco que desarma el trípode desvencijado en el que se apoyaba. Caen las bebidas. Una jarra vuela sobre el vestido de Blanca derramando todo su contenido justo encima de la diana de Mike. 

¿Estás loco?, ¿por qué has hecho eso tío?, dice gravemente al despertar de su enamoramiento; como si el éxtasis de rozar con sus ojos esos pechos mojados, después de haber soñado por horas, despejara por fin la mente de Mike.

¡Qué la dejes en paz!, repite Jon y saca una cuarenta y cinco. Ey, para un poco, ¿dónde vas con eso cowboy? Yo que tú miraría un poco mi alrededor…

El cantinero asoma por la barra, se ha agachado para coger su escopeta. La cantina se hunde en el silencio. Blanca cae de espaldas. Levántate cariño, vámonos de aquí, dice el vasco tendiéndole la mano mientras fija su mirada de nuevo en Mike. Debes admitir que tiene buenas tetas. No es mi culpa enamorarme de ellas. Míralas, ¿no están para comérselas?

¡Basta hijo de perra! ¡Basta o disparo! Los ojos de Jon salen de sus órbitas, está tan concentrado en Mike que en el mismo momento en que levanta el arma, se oye un disparo desde la barra.

Pobre vasco, morir por unas tetas…, dice Mike antes de que la banda vuelva a arremeter, esta vez con Not so cruel. Ven aquí forastero, dice Blanca. Creo que necesitas alguien que te consuele. ¿Consolarme?, bueno chica, si eso es lo que quieres… ¿Pero tú no tenías algo con él? La joven pide otra jarra en la barra. 


El bueno de Mike pagará mi cuenta ahora, Joe. Anótale esta también.

Pernando Gaztelu

martes, 16 de junio de 2015

LOS CAPULLOS



La preciosa tarde primaveral llenaba el jardín de colores. Dos de mis nietos, de siete y tres años, están distraídos conmigo regando las plantas y  arrancando tréboles (todos de tres hojas) de las macetas que hay en la escalera que pugnan por salir  en los geranios, los hibiscus, las margaritas y hasta de entre la albahaca que todos los veranos nos perfuma la naya. La pequeña,  arranca florecillas que me regala sorprendida acaso por la gran variedad de colores de la gama del rosa (pink dice ella con sus dos medias lenguas que habla) De entre las hojas, les llama la atención unas pequeñas bolitas verdes y me preguntan qué son. Les contesto que son los capullos… y sin dejarme acabar la frase, la pequeña, me dice: abuela, diche mi mamá que la palabra capullo, no se diche. Tengo que contener la carcajada y con una media sonrisa, trato de explicarles que esas bolitas que también se llaman capullos, son las futuras flores que van a salir en pocos días. Ella sigue insistiendo que no se diche, y yo observo la gran variedad de capullos que existen según la diversidad de las plantas, y no puedo evitar el pensar que todavía hay más en la otra acepción, a la que se refiere mi nieta. Pero, que se le va a hacer… no se diche.
                                                                 Jávea, 5 de junio de 2015

El ring



Aunque el pabellón estaba vacío, el ring seguía iluminado. Aún se podía escuchar el eco de la voz del árbitro cuando levantó su brazo junto al del boxeador y anunció: ”El púgil mejicano Chucho Ramírez, Campeón del Mundo de Peso Medio”, y el rugir entusiasta de la mayoría de los asistentes al evento.

 El olor de sangre y sudor todavía envolvía el ambiente. Las lágrimas del perdedor flotaban sobre la lona, de su nombre ya no se acordaba nadie. Grotesca metáfora de la vida.

Sobrevivir


The Jazz Vocalist - Kyrre Gjerstad  https://www.flickr.com/photos/kyrre_gjerstad/


En la residencia murmuran que estoy loco. Pero se equivocan, debieron ser las nuevas pastillas. Aquella tarde en el karaoke me sentía eufórico, más enérgico que nunca a pesar de mis ochenta y tres años. Por eso cuando Nati -una del coro- se desplomó muerta a mi lado, seguí cantando como un poseso I will survive”.

viernes, 12 de junio de 2015

Me dueles tanto...

Me dueles tanto, tanto…
Que hoy no quiero ya ni recordarte,
Ni pensarte,
Ni llamarte,
 y ya no hablarte,
ni escucharte.
Que se apague el dolor
Ya solo pido.
Yo no quiero ser testigo
Del fin de tus quimeras,
De tus sueños,
Por mí en otros tiempos compartidos.
Me dueles tanto, amor
Que hoy te arranco de mi pecho

Aunque sea sofocando mis latidos.

jueves, 11 de junio de 2015

Balada de Teresa Brown y John Shay

Oh, but you who philosophize disgrace
and criticize all fears,
Bury the rag deep in your face
For now's the time
for your tears
Bob Dylan, The Lonesome Death of Hattie Carroll
           

...diez y cuarto de la mañana del pasado lunes siete de Noviembre un cadáver fue hallado en la orilla del río (a la altura del aserradero de Nick). Según el sheriff, A.D., “el cuerpo es el de una joven de unos quince años con claros síntomas de haber sido golpeada en la cabeza y el tórax.” Aunque todo parece indicar que pueda tratarse de Teresa Brown, la joven que desapareció hace dos semanas, el sheriff no ha querido confirmar ...
(Extracto de la noticia aparecida en el Missoula Journal, 12/11/1937)

            ... práctica totalidad de los vecinos de Missoula se encontraban en la sala. El jurado, que apenas tardó tres horas en deliberar, emitió su veredicto: John Shay, de 34 años, fue declarado culpable del asesinato de Teresa Brown. El juez, Ilustrísimo Señor George Beaumont, corroboró la sentencia. John Shay será ejecutado en un plazo máximo de un año desde la fecha presente. Los padres de Teresa, en la sala, se fundieron en un abrazo del que nos hacemos partícipes todos los...
(Extracto de la noticia aparecida en el Missoula Journal, 22/04/1938)


            Hoy se ha hecho justicia. Hoy he visto a ese mal nacido morir como lo que es: un perro que me quitó lo que más quería, a mi pequeña. Su cuerpo daba espasmos. Desde donde yo estaba he podido escuchar el crujir de su cuello. Por fin su madre y yo podremos descansar.
 (Extracto del diario de William Brown, correspondiente al día 18/09/1938)

            Es raro... La tristeza no se ha marchado. El dolor es todavía más intenso. ¿No sirvió para nada un verdadero acto de justicia? Mi pequeña sigue bajo tierra; exactamente en el mismo lugar que su asesino. Los dos en el mismo cementerio. Ayer me crucé con su madre. Le llevaba flores. Le llevaba flores al perro que mató a mi pequeña. En el mismo cementerio...bajo la misma tierra...con las mismas flores sobre su tumba. ¿Eran acaso las lágrimas de su madre de la misma naturaleza que las mías?...
(Extracto del diario de William Brown, correspondiente al día 12/10/1942)

miércoles, 10 de junio de 2015

La historia es la foto




La foto se tomó en 1946 en Nueva York. Seguramente ella, la mujer que consuela al hombre, es judía y se llama Sara, o Edit, o Lili. Lleva esperando horas, días, años, desde que salió de Berlín, o de Hamburgo o de Varsovia huyendo de la persecución y de las cruces gamadas. Él, su hijo, puede ser Samuel, o Elías o Gabriel, un refugiado que ha conocido el horror, que ha permanecido escondido durante años, escapando de la muerte. Se ha dejado jirones de sí mismo en la Europa en ruinas. Se reencuentran en el hacinado muelle de Nueva York y lloran desesperadamente, lloran por los que no pudieron alcanzar la libertad y se quedaron en el humo de los crematorios, quizá lloran por sus hermanos y sus tíos y sus primos.
Ella también podría llamarse Anya o Irina, y haber nacido en Ucrania o en Rusia. Y él, Sergei o Iván, su hijo tantos años desaparecido, llega a Nueva York escapando del hambre y de la hoz y el martillo, de las purgas de Stalin. Lloran por los millones de hombres esclavizados en los campos de trabajo de Siberia, devorados en el Gulag siniestro, quizá lloran por sus hermanos y sus tíos y sus primos.
Allí, quieto, mudo, mirando a la madre y al hijo abrazados, encuadrando al niño de la mirada triste y al hombre que levanta la mano y llama a alguien, componiendo un cuadro, estaba Henri Cartier-Bresson, el extraordinario fotógrafo en blanco y negro “odio el color, me repugna”. Con su cámara en la mano, seguramente su adorada Leica, atrapa el instante, capta la emoción del abrazo y lo hace eterno. Setenta años después todavía nos conmueve.
Robert Capa, el genial amigo húngaro de Cartier-Bresson, su socio en la aventura de Magnum, diría que eso es fotoperiodismo. Y una obra de arte. 

LAS RATAS



Anoche soñé que estaba escribiendo un extraño relato. Me desperté muy agitada a las tres de la madrugada y ya no pude volver a conciliar el sueño. Me levanté, tomé nota de los detalles  más importante para no olvidarlos y me tumbé en la cama hasta que sonó  el despertador. La historia se desarrollaba en la ciudad de Valencia. En ella yo regentaba un restaurante que se llamaba La Cenia y estaba situado en la calle Peso de la harina, muy cerca del Almudín. Transcurrían los años ochenta. Al restaurante, pequeño y acogedor, acudía diariamente lo más granado de la ciudad: políticos,  intelectuales, músicos, actores y gente de a pie.
Pero, para mi desgracia, no fueron solo personas la que dieron en frecuentar el local. Hubo una familia (numerosa) de ratas que lo encontró encantador y se instaló allí al calor y el olor de los exquisitos guisos que salían de la cocina.
La cocina solo estaba separada del comedor por una pequeña barra. Aparecía yo en el sueño atenta a los fogones con el comedor lleno de gente, cuando vi una rata enorme paseándose por la cornisa de la chimenea. Tuve que contener un grito desgarrado que seguro habría proferido en cualquier otra circunstancia, pero era impensable en la situación en la que me hallaba y los nervios, afortunadamente, me respondieron bien; de acero diría yo que fueron en aquel momento.

Enseguida llamamos a una empresa encargada del exterminio de los roedores y acudieron prestos a poner veneno en lugares estratégicos. Su papel llegaba solo hasta ahí. Las ratas cayeron como moscas pero morían en los lugares más insospechados. Por la mañana cuando abríamos las puertas había un hedor a muerte insoportable y teníamos que dejar todas las ventanas abiertas y empezar a buscar a las desgraciadas. Todas las trabajadoras éramos mujeres con la excepción de un joven gay que demostró tener suficientes redaños para encargarse de sacar los cadáveres y depositarlos en el contenedor de basura más cercano. Así conseguimos acabar con aquella terrible invasión. Bueno, no sé si del todo. Creo que alguna de las ratas consiguió engañarnos a todos, se disfrazó de cliente y ocupó varias veces una Consellería, cambiándose de chaqueta según los resultados de las elecciones. Lo último que supe de ella, no hace de esto mucho tiempo, es que se había quedado con la partida de dinero público destinada a paliar la catástrofe de Haití. Así se acababa la historia en mi sueño. Solo espero que si  en el mundo real existe una alimaña de esta ralea, encuentre pronto su veneno.

martes, 9 de junio de 2015

El abrazo



El jurado fue unánime: Inocente.

Los asistentes al juicio se arremolinaban a su paso para darle la enhorabuena. Incondicionales que le apoyaron desde el principio. Él, ignorando a la multitud, se dirigió hacia su esposa e hijo que esperaban una sentencia favorable, pues sabían que la acusación había sido un montaje urdido por su jefe.

Al llegar junto a ellos, se abrazó a su mujer, bajo la atenta mirada del pequeño, pensando que ya nada volvería a ser como antes. Aunque había recuperado la libertad, su fe en las personas había sido condenada a cadena perpetua.

lunes, 8 de junio de 2015

EN EL “VALENCIA ESCRIBE”

A todo el personal del “Valencia Escribe”por mantener siempre la luz encendida, como un faro para los viajeros nocturnos.
A la camarera que sonríe y cuenta nubes de algodón de azúcar; ella debe saber...
        
   

            Entré por primera vez en el bar “Valencia Escribe” un jueves siete de abril de dos mil once. Conducía, como siempre, por la interestatal de Wichita cuando vi la luz encendida. Necesitaba café. Pasé con mi maleta de los sueños y allí estaba su guapa camarera, fumando un cigarrillo y contando estrellas y nubes de algodón de azúcar. Me preparó el mejor café que he probado en mi vida y me hizo sentir como en casa. Así que cada vez que mi coche pasaba frente a su puerta hacía mi parada de rigor. Café y conversación. Poco a poco fui conociendo a todos los miembros del bar y a todos los que lo frecuentaban. Pero la vida, ay, tiene sus propias interestatales. Muchas de las camareras del “Valencia Escribe” recordarán cuando en casa deseábamos sumar uno. Cuando aquello parecía sólo un sueño y cuando el sueño se hizo realidad. Y también recordarán cuando las vida atizó su golpe certero y las visitas al hospital de Wichita para estar con mi padre me hicieron imposible parar el coche. ¡Oh, amigas y añoradas camareras de foto en blanco y negro, qué largas aquellas noches en las que conducía mi coche y veía la luz del “Valencia Escribe” y casi podía sentir el olor del café recién hecho y el sabor de las palabras esparcidas por el viento!
            La última vez que entré en mi bar preferido fue el dieciocho de junio de dos mil trece, hace casi dos años. Hoy, como siempre, conducía de camino a Wichita cuando he visto su luz encendida. He decido parar el coche. Volver es siempre un anhelo. Mientras caminaba hacia su entrada podía escuchar un viejo disco de Chet Baker que sonaba en su interior. Mi mano ha empujado la puerta. Todo es siempre mucho más fácil de lo que imaginamos. La camarera seguía allí. Fumaba y sonreía. Todavía contaba estrellas y nubes de algodón de azúcar.

Inexplicable




Juro por Dios que no comprendo qué cojones hago en un solitario snack-bar de Montana a la una de la mañana, y menos con esta pinta. Sobre todo considerando que vivo en Cuenca, me llamo Manolo, soy butanero y no tengo pajolera idea de inglés. Cruzaré los dedos para que no entre ahora Maruja y me reconozca; hace unos días le prometí que había dejado de fumar.

domingo, 7 de junio de 2015

Whisky y Cigarrillos


Tras largas horas de trabajo, con el local  vacío, le gustaba sentarse en la esquina de la barra a fumar un cigarrillo. El último del día. Mientras, recordaba con nostalgia sus años de esplendor; cuando se sentaba en aquel mismo lugar con un whisky en la mano y un precioso traje de noche, acompañada del incauto de turno. Eran otros tiempos.

Pretty woman




Hoy se cumplen tres años de mi llegada a Los Angeles. Y te puedo asegurar, Sam, que el día de mi éxito está cada vez más próximo.

Desde hace unas semanas tengo un empleo fijo en la Warner. He estado ensayando. Todos los actores y directores que pasan por el bar salen convencidos de que soy una sencilla camarera, cuando en realidad únicamente interpreto ese papel. Las clases en el Actor’s Studio han sido caras pero bien provechosas, te lo garantizo.

Sam, he planeado algo: la próxima vez que Marlon Brando venga acompañado y me pida un café, voy a representar la desatada escena de celos que Tennessee Wiliams escribió para una de sus obras. No es necesario que te diga que quien no arriesga, no gana.

Porque vine a Hollywood para triunfar, y pongo a Dios por testigo de que antes o después lo conseguiré.

sábado, 6 de junio de 2015

Noches de luna



 Siente la necesidad de salir a la calle en esa hora mágica de la oscuridad rotunda. 
Sin saber que él también pasea por el mismo lugar. 
A la luz de la luna, como sombras extrañas que reflejan sus ojos de fuego. 
La naturaleza manda : sin resistirse, se dejan llevar. 
A poca distancia, un hombre les mira.
 -Gatas en celo, noches de luna, murmura mientras abre la puerta del bar.

La camarera del Titanic




Siempre quise ser submarinista. Pero no una submarinista cualquiera. Una de esas que se sumerge en las profundidades del océano para buscar tesoros formidables en viejos pecios hundidos. La vida, sin embargo, no me ha ofrecido oportunidades. Cuando naces en un villorrio de Dakota del Sur, a varios miles de kilómetros de la costa más próxima, y te dejan preñada con diecisiete años, es difícil poder alcanzar alguno de tus anhelos juveniles.

Ahora comprenderás, Harry, qué demonios hago en este bar, sirviendo platos combinados, sándwiches, cervezas, café y batidos de fresa o plátano a todos esos granjeros que se acercan con olor a establo inmundo para hablar de la hermosura de sus cerdos o la última cosecha de girasol.

Ahora comprenderás estas ojeras que trato de disimular con maquillaje barato. Porque no consigo dormir por las noches. Tengo miedo de volver a soñar que estoy allí abajo, casi en la zona abisal, acariciando los restos de una muñeca de porcelana rescatada del Titanic, cuando se acaba el oxígeno de mis botellas.

viernes, 5 de junio de 2015

Despedida

La carne es débil, tanto que llega a aborrecer su propia existencia.

Nací en el siglo pasado y aunque es evidente que no llegaré al siguiente, es necesario hace público mi interés en acortar al máximo mi estancia en este mundo de mierda.

Y digo mierda porque todo lo que existe, incluso y sobre todo mi propia existencia es una inmensa montaña de mierda. No digo basura, ni excrementos ni nada por el estilo. Es mierda.

Los datos están ahí, delante de todos. No quiero hacer de esta declaración un debate. No quiero críticas ni mucho menos tener el apoyo de nadie. Tranquilos, no voy a mandar a nadie a la mierda.. porque según defiendo y, perdonadme por insistir pero es que quiero que quede claro este punto, todo es una gran mierda.

Y así las cosas, quitada esta gran venda de mis hojos, no puedo ahora osar siquiera al engaño más sutil, si todo esto es una gigantesca mierda, no puedo seguir viviendo en ella. Me voy.

No creo que se esté peor en "el otro barrio". Nada puede ser peor que este nauseabundo deambular por una vida sucia, asquerosa, putrefacta. Me voy y no voy a mirar atrás porque no vale la pena. Y como tampoco yo valgo la pena, si más allá no hay nada, si el otro barrio es sólo un sueño, pues ni tan mal. Al menos dejaré de apestar y de quejarme tanto.

Hala, que disfrutéis de la mierda, yo me largo. Si alguno quiere segurme, que primero se prepare, respire hondo y tire de la cadena. Allá en el fondo no sé si habrá luz... dicen las malas lenguas que es peor ue aquí. Me da igual, al menos tendré el aliciente de haber elegido mi destino. Adiós mundo de mierda, me voy. De solo pensarlo ya me siento mejor. Qué alivio. Si fuera solo un sueño estaría muy cabreado, mucho. Malditas medicinas, te dejan  tonto. Qué alivio, ya pasó todo, que las tome su puta madre.

martes, 2 de junio de 2015

RENACER



Te fuiste dejándome un vacío en el pecho, la mirada perdida, el alma rota. Donde antes había palabras ahora sólo queda silencio. Un silencio absurdo que me golpea la sien. Huele a derrota, a musa perdida, a ausencia.
Se esfumaron contigo el deseo, la pasión, el anhelo. No fuimos un alma dividida entre dos cuerpos. Ni siquiera un ser dual que habitó en idéntica materia. No fuimos. Fuiste tú y fui yo. Ahora lo entiendo. Quizás compartimos tiempo, tal vez espacio, pero nunca fuimos.
Y sólo puedo abandonarme a este sentimiento, a esta no existencia que me impide seguir creando, seguir inventando, seguir siendo: una página en blanco sin letra que la reinvente.
No queda espacio para la tristeza. No hay consuelo. Porque la soledad no es añorarte. La soledad es haber perdido la capacidad de echar de menos, haber olvidado quién soy para desear ser quien pude haber sido.
Pero el cambio es inútil. No se puede deshacer lo vivido. Estoy dispuesto a sangrar sin torniquete, a desvanecerme, a evaporarme. Hincar la rodilla en el suelo y arrancarme el corazón marchito. Morir para renacer y seguir viviendo. Una vida sin ti. Sin tu recuerdo. Sin tu veneno. Sin tu olor tatuado bajo mi piel. Sin tus reproches grabados en tinta y papel.
Sanan las heridas. Se acortan las distancias. Me alejo o me acerco a tu mundo. Noto cómo menguo, de qué modo la sangre se detiene y se para el tiempo. Ya no hay recuerdo en mi voz. Se ha borrado el aliento que dibujó tu nombre en el cristal. Cierro los ojos. Retengo el momento. Y en ese último instante, ningún pensamiento. El vacío. El silencio. La nada. 
Al fin lo he logrado: dejar de ser para volver a ser yo mismo. 
No ser nada… para volver a serlo todo.





REVISTA VALENCIA ESCRIBE - NÚMERO 14 (JUNIO-2015)



REVISTA VE nº 14 - Junio 2015

Para leer:

Para ver/descargar (PDF)

TENEMOS MUCHO CUENTO




Nuestra buena amiga Isabel Martínez, responsable del programa radiofónico TENEMOS MUCHO CUENTO (http://www.tenemosmuchocuento.es/), ha dedicado su programa de Mayo a difundir el proyecto de Valencia Escribe a través de Radio Klara y la red. Os dejamos el enlace al podcast para que podáis escucharlo.