viernes, 29 de abril de 2011
EL BESO DE LA MUERTE
"El beso eterno" y "el beso más hermoso"
Lo tomó de la mano muy decidida. Llevaba mucho tiempo aguardando. Lo conoció cuando él era bien joven, un día que había tenido un desafortunado accidente.
Se enamoró por completo, apasionadamente. Y desde entonces lo rondaba de lejos, a distancia, sin que él se percatase de nada. Parecía que la esquivara. Aún no era el momento.
-¡Ya es la hora, mi amor, no tengas miedo, vamos juntos!
La muerte enamorada apenas le rozó los labios, sellándolos con un eterno beso.
jueves, 28 de abril de 2011
LA MALDICIÓN DE PAVLOV
Y AÑORÉ MÁS QUE NUNCA SUS BESOS. Marige Torres
Entonces ya podemos comenzar la historia de la vida en sí, no de su atributo lingüístico sino de su sentido esencial que no es otro que el tiempo.
Cada vida, por minúscula que sea, tiene un espacio en el tiempo, y reconozcamos pues que este nunca acaba, ni aún cuando la susodicha vida deja de serlo. Pero estimados alumnos hoy no vengo dispuesto a exponeros una teoría metafísica sobre la vida, hoy quiero hablaros de los besos, de su importancia, su significado y su sentido.
Los jóvenes alumnos se miraban sonriendo y susurraban palabras sarcásticas como, este viejo está loco. Pero yo me aferré fuertemente al atril, en el que durante tantos años había repetido una y otra vez, una y otra vez, teorías metafísicas a diferentes generaciones de jóvenes. Todo ser humano ha experimentando en su vida el sentido del beso pero cada beso, al igual que cada persona, es único e irrepetible en nuestras vidas y en nuestro tiempo. Comparar entonces un beso, o hablar de él de una manera objetiva es teóricamente imposible. Como soy yo en este caso, el que habla el sujeto en si, os diré que en mi vida ha habido cabida para todo tipo de besos, el beso de un hermano, el de un amigo esos para mí son muestras de aprecio y cariño, el primer beso robado, el beso de una amante, esos para mí son besos pasionales y soñados, el beso de mi compañera, entendiendo por compañera a la mujer que me acompaña por este camino incierto de la vida, es un beso de bondad, cariño, compresión. Y queridos alumnos he de deciros desde la subjetividad en la que me estoy basando para daros esta mi teoría sobre el beso, que para mi el sentido más verdadero de un beso, es el beso de amor de una madre, en el que además de todos los conceptos ya citados de los sentidos del beso, añadiría que es el único beso en el que cabe enteramente la palabra amor.
Terminé la clase, los alumnos seguían susurrando palabras irónicas y sonreían cínicamente a mi paso, no me importó. Llegue justo a la hora prevista, las personas que allí se encontraban parecían forasteros ante mis ojos cristalinos, abracé fuertemente a mi hermano dándonos un beso de dolor y tristeza, y no pude evitar mirar las palabras que yacían en el frío mármol blanco junto a un ramo de flores frescas… tus hijos jamás te olvidaran.
Y añoré más que nunca sus besos.
miércoles, 27 de abril de 2011
EL JARDÍN DEL BESO. Eufrasio Saluditero
martes, 26 de abril de 2011
MEMORIAS DE UN ROBLE Yolanda Nava Miguélez
Recuerdo que venían cada tarde y se quedaban a mi lado hasta que la negrura de la noche se deslizaba entre mis ramas; creo que me eligieron por mi situación estratégica y mi grueso tronco al abrigo de miradas curiosas; a mi lado compartieron confidencias y se fueron conociendo y enamorando hasta que un día, llegó al fin, su primer beso: fue un beso torpe, de principiantes, que les llenó de rubor y les hizo dueños del más preciado de los tesoros: la ilusión.
Me eligieron también para celebrar su aniversario; llegaron vestidos muy elegantes para la ocasión, con unas copas y una botella de un vino excepcional: un “gran reserva”, que se llevó parte de sus ahorros, la fecha lo merecía. Brindaron por un futuro en común, que quién sabe si llegaría algún día, y se abrazaron emocionados. El líquido color cereza les hizo poner los ojos en blanco: “sabe a tus besos” -dijo él- mirándola cómplice.
Ella le pidió que trazara un corazón sobre mi corteza y que pusiera dentro la fecha de su primer beso como recuerdo, el corte fue profundo, pero no me importó; juré que lo cuidaría y conservaría siempre.
Pero mi suerte cambió, me arrancaron de la tierra y me convirtieron en la barrica que ahora soy, no reniego de mi destino ya que custodio el mejor caldo de una importante bodega, dicen que mi contenido es excepcional, el mejor en muchos años, creo que es cierto, los matices de su sabor son un deleite.
Hoy les reconocí entre las personas que nos visitan, han cambiado mucho: él está casi calvo y ella ha ganado peso, caminan torpemente cogidos de la mano; parecen felices. Ella, cansada, se ha detenido a mi lado y al apoyar su mano sobre mí, ha detectado una marca que burló el lijado en una de mis tablas: la fecha de su primer beso. Han reído y llorado ante el hallazgo, y yo he sentido cómo los recuerdos agitaban mi corazón de madera; él le ha prometido que brindarán con una botella de mi caldo al precio que sea, que intuye su sabor dulce e intenso: como sus besos.
"EN EL CALOR DEL INVIERNO" De Lara Hernández Abellán
Con catorce años, el mundo aún es tuyo y marque lo que marque el termómetro, siempre tienes calor. Por entonces yo era así, una loca que nunca tenía frío.
Del quinto, ni me acuerdo.
Lucrecia Hoyos, Un beso bajo el ombú.
Sucedió de pronto, sin esperármelo. Nos veíamos todos los días en el trabajo. Conversábamos a menudo a la hora del café. Me caía bien ese chico nuevo, Pablo se llamaba. Tenía los ojos de caramelo y una sonrisa de uvas maduras que decía “cómeme”. Yo era una chica tímida, reservada. El tiempo libre lo pasaba en casa devorando libros o dando paseos por la ciudad cuando el tiempo era bueno. Llevaba siempre un cuaderno encima para escribir todo lo que me venía a la cabeza, era mi forma de no estar sola frente al mundo.
Aquel día fui al Jardín Botánico, me senté en un banco y comencé a escribir su nombre: Pablo, Pablo, Pablo… Lo repetí tres veces sin saber por qué y me quedé mirando el viejo ombú que me daba sombra.
-Hola, ¡qué sorpresa! –dijo una voz familiar a mi espalda. Me volví sobresaltada y allí estaba él, sonriente, con ropa informal y un libro en la mano.
-Hola -me levanté algo nerviosa y avancé mi cara para besar sus mejillas.
Él hizo lo mismo pero hubo una descoordinación en los movimientos y nuestros labios se rozaron levemente. Nos quedamos callados y sorprendidos, nos miramos a los ojos tímidamente. Después no sé qué pasó. Nos abalanzamos con fuerza y nuestros labios se acariciaron suavemente primero; con furia después, hasta quedar exhaustos.
Han pasado los días, las semanas y los años, cincuenta desde aquel primer beso. Hoy el ombú sigue regalándonos su sombra y protegiendo nuestras heladas copas de cava de la mirada de los extraños…
Manuel Solis, Un millón de besos
Pero lo cierto, es que mi decepción fue muy grande. No hizo falta ser ningún Casanova para darse cuenta a los pocos segundos de que no tenías ni idea de besar. No abrías casi la boca y mordías mis labios, convirtiendo este acto tan amoroso en una dolorosa penitencia. No obstante , en seguida noté una sensación positiva. Mientras te besaba conseguí recordar en un mismo instante todos los besos que había dado y recibido en mi vida, una especie de biografía amorosa instantánea al más puro estilo Borgiano, algo así como el Aleph de los besos.
Mientras intentaba educarte intentando convertir aquella pelea en algo satisfactorio, seguía viéndolas a ellas: la bailarina brasileña con la que pude entender el significado de un cruce de lenguas, aquella compañera de instituto con la que di mis primeros besos con sabor a whisky, el apasionado encuentro en los probadores de unos grandes almacenes en Washington D.C con una estudiante japonesa, hasta aquella modelo de Barcelona que me besó pensando que yo era otra persona , y muchas otras más experiencias.
En principio no pensé volver a verte más. Pero después sentí que necesitaba besarte todos los días. Mientras lo hacía, me sentía como si estuviera con todas a la vez y eso me fascinaba.
Estuvimos tres meses saliendo, tres meses viviendo aquella experiencia única. El sexo no me importaba porque aquella sensación era muy superior, no quería dejar de besarte, estaba obsesionado. Pero un día fui a buscarte y nunca más te encontré. Te llamé mil veces por teléfono y nunca respondiste a mis llamadas.
Dicen que cuando alguien desea demasiado a otra persona, termina siendo rechazado.
Lo cierto era que yo nunca te había deseado a vos, sino a lo que representabas, y ahora cuando beso a otras mujeres y mi imaginación me hace recordarte, me pregunto justo eso: si solo fuiste producto de mi imaginación.
lunes, 25 de abril de 2011
DEL 18 AL 24 DE ABRIL
# La casa de los espíritus
# Marisi Garcia Rivas CARA A CARA
# DOMINGO DE RESURECCION
# Momentos
# Alberto Marrone, "EN LA PLAYA"
# - Pues parece que no quedó tan mal! - ¡ Bueno, est...
# EL LIBRO. María Gertrudis Torres Mazón
# AVENTURAS Y DESVENTURAS DE JUAN OLARZOLA
# Lucrecia Hoyos, PREMONICIÓN
# Relax con garbí y tres idiotas de fondo.
# Yolanda Nava Miguélez, LA DEDICATORIA
jueves, 21 de abril de 2011
AL ROMPER LA HORA
Nunca fui muy creyente, siempre tuve dudas, dudas que mis padres no sabían solucionar, respuestas que los terciarios capuchinos del colegio no sabían darme.
No tengo amigos, dicen que no soy normal porque me cuestiono las cosas que todos deberíais cuestionaros. Nadie me entiende y no me importa.
Hoy es un día importante en mi pueblo, esta noche a las 00:00 será la rompida de la hora, miles de bombos y tambores sonando al unísono. Padres, madres, hijos, hijas, nietos, nietas, abuelos y abuelas, como borreguitos alienados, todos juntos, haciendo ruido durante 24 horas para conmemorar la muerte-sacrificio de Cristo.
Estaré en el lugar perfecto, hace tiempo que lo elegí, está en altura, con buena visibilidad, allí seré invisible y a las 00:00 aprovecharé el sonido ensordecedor de la percusión, para disparar una y otra vez la escopeta con mira telescópica de mi padre, escopeta que llevaré oculta bajo los pliegues de mi túnica púrpura. Cuando se den cuenta, cuando reine la confusión, la última bala será para mi.
Que nadie culpe a nadie, el Cristo de la buena muerte me lo ha ordenado.
Cuando la Guardia Civil registró la habitación de Ana, sobre su tambor, encontró esta nota de suicidio. Su padre murió de un certero disparo en la cabeza. Otras nueve personas más dejaron de hacer ruído.
UN GORRO NEGRO Y PUNTIAGUDO
Cuando conocí a Gabriel y me confesó su devoción y las fechas que inexcusablemente había que reservar para sus desfiles como papón, me quedé petrificada, lo intenté pero no pude seguir con él, cada vez que se me acercaba en la intimidad, me lo imaginaba con el gorro puntiagudo negro y amenazante sobre su cabeza y mi libido se desmoronaba cuan endeble castillo de arena hacia la apatía y el más frío de los fríos, una pena, era tan mono.
SILENCIO
miércoles, 20 de abril de 2011
La casa de los espíritus
- Hola, perdona mi atrevimiento, pero siempre te veo cuando te vas de la playa que es justamente cuando vengo yo. Para una vez que coincidimos tengo que aprovechar la oportunidad de saludarte. Me llamo Ernesto.
- Hola Ernesto, ¿te importa que corrija algo de lo que acabas de hacer?, soy profesora, suelo dar lecciones y también tengo que aprovechar la oportunidad de hacerlo.
- Claro mujer, dime lo que tu quieras.
- ¿Te funciona esta forma de entrar a las chicas en la playa?.
- No siempre.
- Y te voy a decir porqué. Mira, cuentas con una buena percha y eso es importante, pero conmigo y supongo que es un fallo que sueles cometer, has sido un poco brusco, has roto mi burbuja sin miramiento alguno, ¿quieres que te enseñe a hacerlo mejor?.
- Me encantaría.
- La primera norma es observar, apuntar bien los detalles. Debes situarte a cierta distancia, en una posición ventajosa en la que observes sin ser observado. Tu toalla estaba a pocos metros de mi silla, no parabas de mirarme y sabía lo que ibas a hacer en todo momento. Después tienes que trazar un buen plan, para una chiquilla valdría lo que has hecho, pero para una mujer como Dios manda, no es suficiente. Si hubieras sido más observador, te habrías dado cuenta de que estoy leyendo la casa de los espíritus.
- De Isabel Allende, si, lo he visto.
- Muy bien, pues con este dato importantísimo ya puedes trazar un buen plan.
- Así que te va ese rollo literario, muy bien, déjame intentarlo de nuevo.
- Estoy ansiosa.
- Hola, perdona que te moleste, a mi no me gusta que lo hagan mientras leo, pero Isabel Allende es mi escritora preferida y llevo unos días esperando una señal para acercarme a ti y cuando te he visto leyendo esta novela, me he dicho, o lo haces ahora o nunca te atreverás a hacerlo.
- Muy bien, estás lanzado, sigue.
- ¿Sabías que fue su primera novela y que esta obra situó a su autora en la cúspide de los narradores latinoamericanos e inauguró una brillante trayectoria literaria que con los años no ha dejado de acrecentar su prestigio?. Una novela de impecable pulso estilístico y aguda lucidez histórica y social.
- Uf, muy mal, me estoy enfriando bajo un sol de 38 grados, pareces la wikipedia.
- Espera, espera, se que puedo hacerlo mejor. Si nos atenemos al realismo mágico, yo bien podría ser Esteban Trueba, un hombre poco sensible pero muy trabajador que se enamora de Clara, esa podrías ser tu, una mujer de otro estamento social, una mujer que podría enseñarme a querer, a ser más humano, que puede convertir mi corazón en un órgano capaz de bombear sangre y guardar sentimientos a un mismo tiempo.
- Ahora si que empezamos a entendernos.
- ¿Puedo preguntar tu nombre?, el mío ya lo sabes.
- Me llamo Leila.
- Leila, soy un fan incondicional de Eric Clapton. Y dime Leila, ¿te gustaría tomar un café conmigo y poder hablar tranquilamente, alejados del ruído del mar, de las casualidades, de los encuentros, de lo que un hombre como yo puede aprender de una mujer como tu?.
- Pues va a ser que no. Ernesto, te voy a dar un último consejo: jamás molestes a una mujer que está leyendo sola en la playa, si está sola es que quiere soledad.
- ¿Entonces a qué ha venido corregirme?.
- Así somos las profesoras.
- Pues la próxima vez que no quieras atraer la atención de un hombre en la playa mientras lees, al menos, ten la decencia de poner el libro al derecho.Marisi Garcia Rivas CARA A CARA
Se preguntaba, mientras sus pies se dirigían hacia la playa. No sabía como había entrado en ese pozo, la desidia no solo la anulaba, no se esforzaba lo más mínimo para ahuyentarla. Ella, la flor de la alegría, la que siempre tenía palabras mágicas, para espantar toda sombra de dolor entre sus amigos. La que contaba chistes y se reía continuamente de ella misma. Ya vés, se decía, ahora, he tocado fondo y han pasado tres meses, menos mal, que hoy no pude dormir, ha sido el estímulo que necesitaba para despertar.
Ya estaba en la playa, se descalzó y disfrutó de la humedad de la arena, el mar tiene poderes, y yo allí hablando con mi almohada, qué horas perdidas, hablaba en voz alta, sus pasos se convirtieron en danza. Bailaba y gritaba. Era un reencuentro con su alma, la había dado por perdida y allí estaba, se fusionaron mientras el sol despertaba.
Se sentó un rato, el sol la acariciaba, la lluvia hizo una pausa para no molestarla. Miraba la orilla ensimismada, esa quietud de azulina agua, le contagió una alegría renovada. Ahora, vendré todos los días, esta hora será mi aliada, con la sonrisa en su cara, hacia planes, daba gracias, sin saber a qué, sin saber a quién, a todo y a nada. Sacó el libro que llevaba, su más fiel compañero, no se sentía viva si no leía, bromeaba diciendo a todos, que ella nació con tres manos, las dos de dedos eran solo para sujetarle el más preciado de los regalos, el libro, su tercera mano. Y desde ese día, si paseas al alba por la playa, verás sentada a esa mujer y a su libro. La llaman… La eterna Enamorada.
lunes, 18 de abril de 2011
Momentos
Alberto Marrone, "EN LA PLAYA"
Su mente volaba vaya a saber en qué mundos, con qué personajes, embelesada y sumergida, en vidas que antes ni conocía. Y yo la miraba.
Ella iba al encuentro de algo que estaba a punto de ser y aún no sabía que sería, con el dulce sabor de ir descubriendo lentamente el gusto exquisito de un plato desconocido. Y yo la miraba.
Sus manos suaves daban vuelta las hojas acariciando el papel como quien acaricia un niño. Ella se comunicaba en una intimidad con el libro, en donde él le hablaba y su alma contestaba. Y yo la miraba…"
EL LIBRO. María Gertrudis Torres Mazón
AVENTURAS Y DESVENTURAS DE JUAN OLARZOLA
Lucrecia Hoyos, PREMONICIÓN
-Hola, perdona mi atrevimiento, pero siempre te veo cuando te vas de la playa que es justamente cuando vengo yo. Para una vez que coincidimos tengo que aprovechar la oportunidad de saludarte. Me llamo Ernesto –dijo ofreciéndole su mano.
-Hola –acertó a decir apenas Leila mientras miraba incrédula el cuerpo y el rostro de aquel hombre…
RELAX CON GARBÍ Y TRES IDIOTAS DE FONDO. Saluditero
Yolanda Nava Miguélez, LA DEDICATORIA
Este va a ser nuestro verano, ya somos adultos, y el tiempo del tonteo debe dejar paso a algo más serio. ...Me gusta todo de ti: tu forma de moverte, tu risa, ese aire misterioso que te envuelve y los libros que siempre te acompañan; gracias a ellos te conocí, ¿te acuerdas?, dejaste uno olvidado en la playa, lo encontré cuando la limpiaba, llevaba tu nombre y fue la excusa perfecta para entablar conversación. Era un libro lleno de poesías, de un tal Neruda, creo, yo de libros no entiendo nada, huí de ellos hace años, dicen mis padres que bien caro lo estoy pagando, pero yo no me quejo, alguien tiene que limpiar la playa ¿no?
Este verano será especial, lo pasaremos juntos porque yo sé que me dirás que sí, sé que te gusto. Ya estoy saboreando tus labios y el tacto de tu piel…
Me he encontrado otro libro en la playa, este es de un tal Saramago, es un libro maldito, ha destrozado mis esperanzas, junto a tu nombre lleva una dedicatoria con una fecha reciente: “Para mi prometida, con todo mi amor: Pablo.”
domingo, 17 de abril de 2011
Del 11 al 17 de abril.
RELATOS INSPIRADOS EN ESTA FOTOGRAFÍA:
# ODIO. Wisquensin Oregon
# DOCE AÑOS DE LAGRIMAS. Fina Fernández
# En mi rincón.
# Luis Mateo Díez, UN TESORO
# HACEDORES DE SUEÑOS. María Gertrudís Torres Mazón
# Parte del juego
Del 11 al 17 de abril.
# EL DEBUT DE ESTELA. Fina Fernández
# DALTÓNICO, LA PELÍCULA. Por Abuelino Patigüeño.
# OTRA MIRADA, de Alberto Marrone
# DALTÓNICO, de Saluditero
# La exploradora
# Lucrecia Hoyos, LA CONDENA
# ÚLTIMA VISIÓN. Marco Antonio Torres Mazón
# GUELIANDA
sábado, 16 de abril de 2011
Relatos del concurso "¿Dónde lees tú?"
Alberto Marrone
"EL TUNEL"
Alfredo avanza hacia la estación arrastrando sus pasos, sin percibir los olores, el bullicio, sin ver el gentío, sin sentir.
En su mente las ideas y las palabras danzan tan alocadamente que se mezclan, se enredan y se estrellan unas contra otras, y terminan desmayadas antes de concebir algún significado.
El tren se pone en marcha, las casas, los árboles pasan por su ventanilla a una velocidad que parece que se persiguen entre sí. Cada pasajero se recluye en su propio mundo, se cruzan por los pasillos del vagón, se tocan, se empujan, cada uno en su propio aislamiento.
Cuando el tren ingresa en el túnel, en la oscuridad, Alfredo siente en ese momento, en ese instante, que puede ponerse en contacto consigo mismo. Las palabras en su cabeza se ordenan, se alinean con sus miedos, sus dependencias, sus cárceles internas. Los monstruos se muestran en toda su dimensión, ya los ve, los conoce, ahora sabe como atacarlos, y a lo lejos la luz de la salida anuncia que el túnel se termina.
Lucrecia Hoyos
EL TREN, EL TUNEL Y EL TIEMPO...
Los trenes son mi lugar de lectura preferido. Será porque trabajo a una hora de distancia en tren y voy y vuelvo cada día. Dos horas, dos horas mágicas en que desconecto de todo y me enredo en miles de historias sucesivas. Voy avanzando con su marcha, hoy estoy en el Santo Domingo del siglo XVIII, en La ... isla bajo el mar, ayer me emborrachaba, de empleo en empleo, entre las páginas de Factotum. No sé por dónde andaré mañana. Lo que es seguro es esta ruta, este paisaje al que de tanto en tanto miro y cuyo descenso lento hacia la costa tengo grabado en mi alma, de modo que está también conmigo y, de alguna manera, interviene en el ambiente que imagino a través de las palabras impresas en los libros. Atravieso este túnel milenario y cierro los ojos un momento mientras exhalo un suspiro...
Jesús García Corredera (relato ganador de la semana)
Cuando los cabrones de RENFE echaron a Juan de su puesto de revisor, no pudo hacer frente a los plazos de la hipoteca y se fue a vivir a la entrada del túnel que cruzaba todos los días en su tren (le parecía más bohemio vivir debajo de un puente, pero no había ninguno cerca). El túnel era amplio, y el so ...l calentaba su boca desde primera hora de la mañana, por lo que no había humedad.
Además, no necesitaba mucho. Un infiernillo, un cajón para su ropa y sus libros y un viejo sofá, cuya espalda pegaba a la pared para dormir (por si venía algún tren a deshora) y giraba 90º para aprovechar todo el calor de la mañana mientras leía.
Juan estaba terminando Ana Karenina cuando el tren lo arrolló. El maquinista sabía que vivía allí y pitó varias veces, pero ¿quién podría perderse un final así?
viernes, 15 de abril de 2011
EL DEBUT DE ESTELA. Fina Fernández
DALTÓNICO, LA PELÍCULA. Por Abuelino Patigüeño.
OTRA MIRADA, de Alberto Marrone
Me detuve frente a un pequeño hábitat, que despedía aromas subyugantes de la conjunción de los extractos de las flores silvestres.
De entre la neblina y la penumbra emergió una figura que caminaba distraída hacia mí. Su deambular indefinido misteriosamente lo llevaba a encontrase conmigo, cuando nos encontramos frente a frente me dí cuenta que él era yo, y nuestros tiempos se detuvieron……..
Cuando me internaron me dolió pero acá tengo siempre quien me escuche y comparta mis aventuras.
jueves, 14 de abril de 2011
DALTÓNICO, de Saluditero
miércoles, 13 de abril de 2011
La exploradora
Cinco horas de vuelo agotador bajo este sol de justicia, búsqueda, búsqueda, búsqueda y parece que lo he encontrado. Es el lugar perfecto. Un río, Olivos, almendros, romero, tomillo, lavanda, olmos, álamos, abedules, sauces, saúcos, millares de capullos, millones, millones, millones de flores y allí a lo lejos una población humana con toooooodo lo necesario en tiempo de escasez. Me doy la vuelta y aviso a las demásssss. Polinizar, polinizar, polinizar.
David, dale al limpiaparabrisas, mira el manchurrón que acaba de dejar esa abeja.
Lucrecia Hoyos, LA CONDENA
Luis Mateo Díez, UN TESORO
Iba a cumplir una de esas últimas voluntades que uno asume con más conciencia del dolor y la memoria que de la necesidad de hacerlo, todavía contagiado por la emoción de aquella ausencia que el tiempo no lograba paliar.
Rosa quiso, y estoy seguro de que era una especie de capricho derivado de aquellas obsesiones finales que tanto la asediaban, que buscase una medalla en un preciso rincón del patio de la escuela donde habían transcurrido muchos recreos de su infancia.
Es curioso que alguien pueda detallar con tanta exactitud el lugar de un diminuto y trivial tesoro perteneciente a un pasado personal tan remoto, que en esos momentos tan graves de la enfermedad fatal sobrevenga el recuerdo de un suceso infantil que posiblemente no volvió a brotar nunca hasta ese instante.
Debajo de un ladrillo, en el sitio exacto, estaba la medalla enmohecida. Tembló en mis dedos mientras logré limpiarla y descubrir el rostro indeciso de una Virgen.
-¿Qué haces...? -dijo alguien a mi espalda. Una niña coja con un cabás en la mano izquierda me miraba con gesto severo e indignado.
-¿Por qué me la robas? – repitió
Tendía la mano derecha con decisión y apenas sin reaccionar deposité en su palma la medalla.
Desde entonces me he sentido despojado de la memoria de mi amor por Rosa y me voy convenciendo, con gran dolor, de que más allá de la desgracia de haberla perdido está la desesperación de presentir que nunca fue mía.
La dueña del tesoro huyó por el patio y desde las aulas se escuchaba como un turbio rumor el canto de multiplicar.
ÚLTIMA VISIÓN. Marco Antonio Torres Mazón
martes, 12 de abril de 2011
DOCE AÑOS DE LAGRIMAS. Fina Fernández
En mi rincón.
Son las 11 A.M. Como cada día, cinco días a la semana, busco cualquier excusa para esperarla en mi rincón. El patio del colegio es enorme, pero desde allí la veo sin que me vea, la escucho llegar, puedo incluso respirarla.
Corro, tropiezo, me levanto y corro. Es casi la hora.
Si me concentro mucho, si Lorena no me molesta, podría oír sus pasos acercándose desde lejos, he aprendido a distinguirlos del resto del mundo, son un taconeo rítmico, musical, hermoso, más hermoso que callarse a oscuras.
Ya viene, como cada día, puntual. Ella no puede verme, ella no sabe que existo, pero ella lo es todo para mí.
Hoy lleva minifalda, ayer pantalones con raya como los de papá, huele a fruta recién cogida, es tan hermosa que no parece posible.
Pasa a mi lado ocupada en sus pensamientos, frunce el ceño, se detiene justo enfrente, me ve y me sonríe, su rostro brilla. La sangre sube a mi cara como si fuera invierno y llevara diez minutos corriendo, no lo puedo evitar. No puedo hablar, he olvidado cómo se respira, mi corazón no sigue las leyes de la física, avanza sin control cuesta abajo, enamorado. El viento sale a rescatarme, una ráfaga traviesa levanta un pliegue de la blusa que está fuera de su lugar, puedo ver un trocito de su piel blanca. Si empezara a llover no me mojaría, si me muero, ya no me importa.
Mientras se aleja no puedo sujetar mis pensamientos, me agarro a la verja y sueño con hacerme mayor, con abandonar mi ignorancia, con olvidar para siempre los veinte minutos del recreo.
- ¿Ya estás aquí otra vez?. Mira, las chicas están saltando juntas, todas al mismo tiempo, ya son cuatro, ven. ¿No es increíble?.
- Sí, es increíble.
La primera por la izquierda soy yo, me llamo Clara, soy la única que no sonríe.
CADA LOCO CON SU HISTORIA. María Gertrudis Torres Mazón.
HACEDORES DE SUEÑOS. María Gertrudís Torres Mazón
lunes, 11 de abril de 2011
Parte del juego
Me refugiaba en mis sueños, en mis libros, y en mi amistad con Magdalenita, siempre tan buena, tan leal y fiel.
En el recreo siempre nos tocaba dar a la comba, ya ni preguntábamos, era nuestro cometido, “ellas” comenzaban saltando lo mismo que elegían quien se la quedaba al “pica, pica”, o quien era la jefa de la pandilla.
Hojeando mi álbum colegial me he encontrado una foto (dando a la comba, claro). Me ha hecho sonreír.
El tiempo cambió mi destino. Ya no doy a la comba. Ahora soy yo quien salta mientras otros la mueven, pero no me olvido de quienes con sus manos la elevan, son tan importantes… sin ellos nadie podría saltar, no habría juego.
EL SECRETO DE LA MALETA de Josefina Fernandez Fernandez,
Un hombre de unos cincuenta años y un muchacho de unos dieciséis, salen del coche. Elena hecha a correr a la cocina para coger una manzana y volver a su habitación para seguir observando a los vecinos (esto promete algo interesante, piensa Elena), no es que fuese una chismosa, más bien se movía por la curiosidad, quería enterarse de todo aquello que las personas guardamos para nosotros con celo, y claro está que todo el mundo tenía su secretillo.
Ve como van sacando todos los enseres del coche, pero lo que le llama la atención es una maleta raída, descolorida por el paso del tiempo, era única, destacaba en el suelo de la acera rodeada de varias maletas a juego, grandes, medianas y pequeñas todas ellas nuevas y pensó ¿que tendrá esa maleta dentro?. Elena de gran imaginación empezó hacerse una película en su cabeza a causa de la maleta.
Esa noche estando ya en su cama le viene la maleta a su cabeza, no se la podía quitar de su mente por más vueltas que le daba tenía que saber que secreto tenía esa maleta. Pasado un mes Elena y el muchacho de la casa de al lado que se llamaba Isaac, se hicieron muy amigos, una tarde cuando volvían juntos del colegio ella se atrevió sacar a relucir el comentario sobre la maleta, diciéndole que los había visto cuando llegaron y que le había llamado su atención.
Isaac le comenta que su padre la guarda de recuerdo, era de su abuelo. Un día cuando era pequeño la cogí para guardar unos juguetes viejos, pero me la quito de las manos y me dijo que nunca más la volviera a coger, ¿por qué tienes tanto interés por ella?.
No se... me da la impresión que hay algún secreto metido en esa maleta, quizás abriéndola salimos de dudas, le dice Elena con cara picara.
Isaac era un chico fácil de convencer, quedaron para el día siguiente su padre iba a la ciudad y era el momento más adecuado para abrir la maleta.
Sentados en el suelo delante de la maleta deciden abrirla, no había ningún candado, así que mucho secreto no debía de haber le dice Isaac. Pero cuando empiezan a mover la cremallera sus corazones laten a gran velocidad, pegan un salto hacía atrás cuando ven a una muñeca de goma con un tacto casi humano. Mi abuela grita Isaac, Elena lo mira con sorpresa recogiendo una carta que tiene la maleta y se dispone a leerla.
Quisiera dejar para el recuerdo parte de mi historia de amor, quiero pedir a mi hijo que se lo pase a los suyos cuando tengan dieciocho años no antes, (la edad es capricho, es la edad que yo tenía cuando empezó mi historia) y éste al suyo y así sucesivamente.
Es raro que una mujer haya hecho tal locura por un hombre pero Irene la hizo, me explicaré.
Me ganaba la vida de ventrículo realizando espectáculos con mis muñecos en el CAFÉ PAK, Irene vino todos los fines de semana durante un año a verme y me enamoré perdidamente de ella, pero yo era muy tímido y no me atreví a decirle nada. Mi contrato se terminó y tenía que recoger las cosas y marcharme. En aquella época había muchos emigrantes y yo iba a ser uno más, mi destino Cuba. Lo tenía todo preparado y ya había embarcado, cuando un presentimiento, aunque no sabía el qué, me hizo ir a mi camarote y abrir mi maleta de muñecos, cual fue mi sorpresa cuando me encuentro saliendo de mi maleta a Irene. Después de aquel día estuvimos juntos hasta su muerte, hace un mes.
Ja ja ja, recuerdo que tuve que mandar hacer todos mis muñecos y decidí encargar éste, en recuerdo de Irene saliendo de la maleta. Dicen que se hacen muchas locuras pero la mayoría son por amor.
Elena e Isaac se miraron emocionados. Ya te dije que había un secreto.