Se durmió soñando que él
también podía volar, que era un marabú más surcando el luminoso cielo que
cubría su comarca. Imaginó que desde la altura divisaba su poblado, las cimas
de montañas sagradas y una nutrida manada de ñus desplazándose hacia el sur.
Observó a los niños jugando alegremente en las riberas y a un grupo de
cazadores adentrándose en la espesura del bosque. Creyó distinguir a sus
padres, que lloraban angustiados a la entrada de la choza. Y cuando se disponía
a acercarse para confortarlos, un golpe de mar primero y un latigazo después
desvanecieron cualquier ilusión.
(Presentado al concurso Relatos En Cadena de la Cadena Ser y Escuela de Escritores)
Muy bueno, Rafa. Te deseó mucha suerte.
ResponderEliminarEsté también está muy bien. Sigue participando. Un abrazo.
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