Esta obra
pertenece a Gustav Klimt. Quizás sea su obra más conocida. Un óleo sobre lienzo
enriquecido con mosaicos, que destila simbolismo allá por donde la miremos. Seguro
que más de una vez te has encontrado con esta imagen y has querido saber que
esconde detrás de ella.
I
Mi primera
impresión es la pasión despertada por una pareja, unidos por un abrazo
infinito. Pero va más allá. Sus protagonistas son Apolo, dios griego de las
artes y la música y Dafne, una ninfa de los árboles.
Esto hace que
miremos la imagen de un modo más curioso, más profundo. Hay toda una historia
de amor y lucha encerrada en un solo instante, ese beso. Lo cual nos invita a
querer saber de ello.
II
Si nos
fijamos, ella ladea la cabeza, parece que quiere huir de esa muestra de afecto,
eso puede indicar la virtud de querer conservar su virginidad. Por otra parte,
le vemos a él deseando acapararla entera, lo que muestra un deseo sexual latente
de poseerla.
La fuerza de
color de la capa, adornada con figuras geométricas cuadradas, de Apolo, puede
indicarnos su vigor y corpulencia frente a unos coloridos redondeados de Dafne
que nos sugieren formas femeninas y delicadeza.
También
podemos apreciar cómo ella se va desvaneciendo, tratando de escapar de ese
deseo y entrando en una metamorfosis con la naturaleza.
III
En definitiva,
diré que esta obra de llamativos colores y figuras inquietantes es todo un
símbolo de belleza y mitología. Es la lucha por la virtud frente a la lujuria.
Cómo ella sacrifica su vida por
conservar su pureza, transformándose de manera lenta y sumisa en un árbol de
laurel. Apolo solo puede resignarse a esa pérdida quedándose solo con su
esencia, manifestada en la corona que luce en su cabeza, una guirnalda de
lauro.
Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)
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