Laila es la joven maestra en un pueblo de la Franja de
Gaza. Se considera una afortunada. Después del fin de la guerra tuvo la suerte
de poder ir a la ciudad, a casa de su tía, y cursar los estudios de Magisterio.
Ahora es feliz con sus más de veinte alumnos, y disfruta
enseñándoles a leer y escribir. Esta tarde ha llamado a varios padres para
explicarles cómo los niños van
progresando en la escuela.
Sus dos hermanos mayores salieron de la cárcel, se
casaron y tuvieron hijos que alegran la casa familiar. Todos ayudan a su padre
en el taller de maquinaria agrícola.
En el silencio de la noche, al acostarse, se duerme con
una sonrisa dibujada en su cara.
El estruendo de las bombas la despierta. Laila tiene doce
años.
Sin recordar el sueño que ha tenido, corre a la calle en
dirección a la escuela. Lo que ve le encoge el corazón. Después del bombardeo,
ni una sola pared ha quedado en pie. Poco a poco va levantando los cascotes que
cubren el suelo y consigue sacar de entre los escombros unos cuadernos, unos
lápices y unos libros polvorientos, pero que todavía pueden servir. Todo el día
lo pasa en esta tarea. Para ella es como rescatar un verdadero tesoro.
En el pueblo de Laila nadie confía en el futuro, pero ella,
por la noche al acostarse completamente agotada, se duerme con una sonrisa de
esperanza dibujada en su cara.
Me gusta Pepe. Habla de esperanza, es lo único de lo que disponen aquellos a los que la vida les ha quitado todo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar