domingo, 8 de septiembre de 2013

Sin dilemas


Fabián la acompañaba de nuevo a casa. No estaba muy contenta. Él, menos. Un gusanillo hacía mella en su alma convirtiéndola en un gran vacío de angustia. No entendía por qué había tenido que darle una sorpresa con toda la familia delante. No había querido aceptar el anillo. Le dijo que necesitaba tiempo. Aún no estaba preparada para decisiones tan importantes y él se había anticipado. Le aterraban los compromisos de por vida. La cara de decepción de los presentes le martilleaba el cerebro. La cena había resultado un auténtico fiasco. Ahora no hablaban. Ella iba sumida en sus pensamientos. Ya estaba atada libremente y él no lo entendía. Siempre eran sus historias y poca gente de su círculo les daba importacia. Sabía que era una adicta y que no podía pasar ni un solo día sin sentarse frente a la ventana y compartir durante horas cuentos y fantasías. Sus nuevos amigos del blog la acompañaban. Ella era feliz así. Él jamás lo comprendería.

6 comentarios:

  1. Seguimos con las adicciones. Me gusta mucho tu cuento, Maga. Un abrazo.

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  2. Bendita adicción... Y sí, para los demás puede ser difícil de comprender.
    Gran micro, Malén. Esto se va animando...

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  3. Esa ventana, tantas veces indiscreta, tantas veces complaciente, critica o indolente, pero que alimenta como nadie el ansia del escritor. Muy buen relato, Malén. Un abrazo desde Vigo.
    Foixos

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  4. Menos mal que aquí nos comprenden... Buen micro, Malén. Continuemos con esta sana adicción!

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  5. ¡Muy bueno! Adicta a lo bueno. Me ha encantado.

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  6. En buena compañía pasa el tiempo rápidamente. Enhorabuena por el relato, muy bueno

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