lunes, 23 de septiembre de 2013

Demasiado tarde




Se dio cuenta de que esta vez sus palabras habían ido más allá de las meras especulaciones. Le encantaba maltratarla. Sabía que no debía comportarse así con su mujer, era terriblemente humillante para ambos, pero la celosa pasión que sentía lo cegaba y además disfrutaba. En el mismo momento en que ella le dio la espalda, tras dos horas de espantosa  discusión, su mano soltó el platillo que sostenía y notó el extraño sabor amargo de los restos de la taza de café. 

2 comentarios:

  1. Recupero este micro que ya publiqué y espero poder seguir con la ira con algo más de tiempo.

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  2. La paciencia tiene un límite... Lo plasmas perfectamente, Malén.

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