viernes, 6 de enero de 2012

SOLO ELLA (II)




Era la primera vez que María emprendía un crucero. Siempre le había parecido una moda ya trasnochada más propia de gente mayor, pero sólo pensó en cambiar totalmente de registro y en la comodidad que suponía el no tener que hacer y deshacer maletas para ir de un lugar a otro. Necesitaba relajarse y eso era, precisamente, lo que le ofrecía aquel viaje: Relax, mucho relax.Vestida con ropa cómoda y ligera, fue conducida a su camarote. María sufría de claustrofobia, por lo que tuvo que reservar un camarote dotado con una pequeña terraza. Dejó su maleta sobre una banqueta y se asomó a su mirador particular. El barco empezaba a moverse lentamente para emprender rumbo hacia las islas griegas. La primavera prometía una temperatura ideal para visitarlas y recorrer sus hermosos y pequeños pueblecitos blancos y azules, como los había visto en los anuncios de yogur.Conforme el enorme barco se adentraba en el mar, el azul del agua cambiaba hasta convertirse en un azul intenso, profundo. María comenzó, poco a poco, a olvidar el verdadero motivo por el que había querido “desaparecer” durante unos escasos días, para comenzara disfrutar del viaje. Los delfines, contentos, aparecieron para hacerle compañía mientras los observaba extasiada y se acariciaba un diminuto delfín de plata que colgaba de una cadena en su cuello. Suspiró. Miró al horizonte y pidió un deseo.

7 comentarios:

  1. No sé por qué me queda así de mal editado.

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  2. Muy bien, pero vas a tener que seguirlo porque nos dejas sin saber nada.

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  3. Paciencia,chicas. Mi perjudicada mente necesita recomponerse de nuevo y eso exige un dominio neuronal extraordinario.

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  4. La escritura nos informa de lo que sentimos, Amparo.

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  5. Está genial, Amparo. Buena introducción. Queremos más, queremos más...

    Un beso.

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