martes, 3 de enero de 2012

La carrera


-¡Trata de arrancarlo, Lu! ¡Trata de arrancarlo, por dios! –la apremió Geli.

Lucrecia se giró hacia la derecha, la miró fijamente a través de sus gafas y con serenidad, le respondió:

-Hace más de treinta años que no conduzco así que no me metas prisa porque será peor.

Geli permaneció unos segundos con la boca abierta y los ojos de par en par, pero enseguida reaccionó con determinación.

-¿Treinta años? ¿Treinta años? ¿Y me lo dices ahora? Anda, baja inmediatamente. Conduciré yo, si no las perderemos.

Lucrecia que no estaba acostumbrada a que nadie le dijera lo que tenía que hacer, y mucho menos “la nueva” de VE, esa maniática de las correcciones que no podía pasar por alto ni una coma, se quedó perpleja, sin saber qué decir. Para cuando quiso reaccionar, Geli ya había bajado del coche y le abría la puerta para que saliera.

Lucrecia un poco atarantada por la situación, y consciente de que no podía montar una escena en la primera cita de dos señoras como ellas, prefirió callar y obedecer.

Sin darle tiempo a abrocharse el cinturón, en cuánto subió al asiento del copiloto, Geli emprendió una carrera por aquellas calles estrechas del casco viejo de la ciudad.

Lucrecia no quería ni mirar. A cada giro, a cada volantazo de Geli, creía que se quedarían incrustadas en cualquier portalón del barrio. Las manos atenazadas al asiento, los gemelos en tensión y el corazón a la altura de la garganta.

-¿Estás bien, Lu? –le preguntó Geli con voz dudosa.

-Lo estaría si dejaras de perseguirlas –dijo con un hilillo de voz. Julieta y Leocadia son espíritus libres ¿recuerdas? No puedes evitar que sigan a sus propias fantasías. Te diré más. Sus vidas son eso, un cúmulo de fantasías. Sin ellas, no existirían.

Geli frenó. Lucrecia tenía razón. Además ¡qué carajo! su reunión sería mucho más placentera sin ese par de “incordios”.

-Vamos, Lu. El café de las horas nos espera.

Las dos mujeres cogidas del brazo se encaminaron, ya sin prisas, a ese lugar de decoración tan barroca y envolvente a la vez mientras se iban narrando episodios de sus vidas como se desgranan los gajos de una mandarina.

8 comentarios:

  1. Uf, qué susto me has hecho pasar en ese paseo en coche por el casco antiguo en busca de la fantasía cuando podemos encontrarla sin prisas, relajadamente, un paso después de otro. Por lo demás, me gusta el relato Creo que te sobra una coma en el último párrafo: "decoración tan barroca y envolvente..."
    La próxima vez vamos andando.

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  2. Oído cocina. En cuanto pueda editar, lo corrijo. ¡Gracias, hada!

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  3. Muy bueno Geli, supongo que todo es fantasía ¿no? Trepidante.

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  4. Hola Geli, guapa. Medio destruída, pero ya de vuelta(yo). Muy bueno el relato. Escribes muy bien. Enhorabuena.

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  5. Lo siento mucho Amparo. Escribe, escribe para alejar a los fantasmas y construirte de nuevo.

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  6. Me encantan las historias que montamos con nuestra fantasía y comparto tu opinión, Geli, y también la de Amparo.
    ¿Dónde estabas Amparo, y por qué destrozada? Bueno, soy muy curiosa, pero en plan amistoso. Igual has regresado de un crucero por las islas griegas y claro...Ya me inventaré una historia con tu crucero y sigue los consejos de Geli.

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  7. Geli, nenos mal que supiste frenar a tiempo.....
    También comparto la opinión de tu buena manera de escribir. Saludos.

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  8. Me ha gustado mucho, he sentido al leer la loca carrera con el coche por las callejuelas. Muy chulo.

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