A pesar de mi corta edad, me quedé fascinada cuando te descubrí, fuiste algo más que el padre que todas hubiésemos deseado. Alto, apuesto, cariñoso y comprensivo. Eras, además, de los buenos: un modelo de integridad y un ejemplo que no debíamos perder por muchos años que pasaran. Y, no lo dudes, Atticus, apareciste de nuevo en mi vida y tu discurso no había envejecido y continuabas siendo un héroe. Ahora, para mis dos hijos pequeños, quienes se aprendieron tu película de memoria, mientras sorbían sus lagrimones y me recordaban escenas de otra infancia ya vivida.
Atticus Finch, un modelo de integridad. Tu micro: un modelo de concisión y buen gusto. Enhorabuena, Malén. Efectivamente, las cosas buenas no envejecen nunca, como dices en tu relato.
ResponderEliminarMuy bonito y de acuerdo en todo con Marco. A mí también me impresionó ese personaje.
ResponderEliminarPues yo no lo recuerdo, pero leyéndote me dan ganas de volver a ver a ese gran padre que además es muy guapo. Buen relato.
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