martes, 21 de febrero de 2012

LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS (versión 2ª p. s.). Por Nicéforo Logoteta.

La ciudad despertó al igual que ayer y en su bostezar nos volvió a tragar. La noche fue cruda, sí, y ese cuerpo que arrastro empieza a temblar[1].

Cruzas por el Luis Vives y una señora con un cencerro enorme firmado por un tal “Bulgari”, con sus ojos saltones -de vaca más que de rana- te dice con su mirada “chusma”. Te callas por educación y porque no has aprendido a contestar miradas, sólo a interpretarlas, el colegio público donde estudiaste se dedicaba a enseñar “educación cívica” en clases de “religión”. Percibes que al otro lado de la acera un chimpancé vestido de negro y con casco de hormiga atómica sostiene entre sus manos una píldora contra la libertad, también del mismo color del espacio infinito y cósmico que alberga en su cerebro, y evitas su mirada directa; este sí que tiene ojos de rana. Nada más llegar al otro lado de la acera resbalas al pisar una blanquecina masa gelatinosa que inunda toda la acera -¿baba de caracol?, piensas- pero te das cuenta de que es un humor que segrega la cabeza del tipo con traje y corbata que camina delante tuya y que, al caerte, se ha girado no para comprobar si te has hecho daño, sino para constatar que no te has quejado; la vendedora de castañas, la de mazorcas de maíz, la de horchata y la de zumo de naranjas también parece que observen impacientes tu quejido –todas ellas tienen ojos, ahora sí, de vacas- pero te resistes a que de tu boca salga ni un solo sonido; eso sí, no puedes evitar pensar que de aquella mezcla de productos sólo puede derivar en una bomba de relojería para un estómago. No es el tuyo, por suerte, pero empiezas a comprender el porqué de aquella extraña combinación de productos fuera de temporada –es abril-. Lo que ya no puedes resistir es su mirada, sabes que no es Donald Sutherland, pero te recuerda tanto a él en la versión que rodó de los ultracuerpos que no puedes evitar pensar que todos los que te rodean sean seres de otro planeta... aunque en realidad sepas que sólo son ultraliberales, o ultraconservadores. Así que, sin dejar de mirarla a los ojos, te concentras en el lunar postizo que preside su entrecejo y superas la prueba. El sueño te persigue, es una de las peores horas, la del amanecer, la otra es la del anochecer, pero llevas años de entrenamiento para vencerle sin somníferos ni brebajes milagrosos... el secreto está en escribir, en no parar de escribir, hasta que toda la historia sea escrita, y sólo tú sabes que no tiene fin.


[1] El callejón del olvido. Amor sucio (1991- Triquinoise)

3 comentarios:

  1. Tensión del relato "in crescendo" que culmina en una "verruga pilosa". De verdad, Eu, que te superas. Muy buen ritmo.

    Échale un ojo a estas dos:

    cuenta que es un humor (cuenta "de" que es...)
    sino para constatar de que (aquí te sobra el "de" que te faltaba en la otra)

    ¡Enhorabuena!

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  2. Estupendo. Como siempre, Eu, nos sorprendes con tus originales recreaciones y paralelismos entre realidad y ficción. Muy divertido, además.

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