viernes, 24 de agosto de 2012

La última cerveza


Valencia escribe<br>sobre...

Las dos la oímos caer, tras un ligero tambaleo perdió el equilibrio. Se derramó con prisa el líquido sobre la piedra. Fue un accidente, un movimiento brusco, un manotazo perdido en un arrebato de pasión encontrado. Surgió sin querer, entre tímidos abrazos sobre una losa dura y poco amorosa que ansiaba ser banco, quizá lecho.
El bronco ruido les interrumpió los cariños, captó su atención y las obligó a taparse la boca para apagar un pequeño chillido, ahogándolo. Peligraba el secreto de su deseo.
El líquido huyó del cristal con una alegría trepidante, se deslizó por el estrecho cuello como si de un tobogán se tratara, hasta la penúltima gota besó la piedra con la intención de empaparla.
Las dos se rieron con gracia, se miraron y siguieron riendo. El contenido se había desparramado sin rumbo, desorientado, molesto por la falta de hospitalidad del suelo…
- Era la última que nos quedaba.
- Da igual, estaba ya caliente.
- Pero ¡Era la última!
- ¡Mira! todavía queda una gota cansina y torpe a la que le cuesta encontrar la salida…

5 comentarios:

  1. Esa última gota es sin duda la más codiciada, cuando nos queda poco de algo, es poco se revaloriza y se convierte en lo más deseado.

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  2. Me gutsa cómo se puede desarrollar una historia apartir de un hecho al que solemos prestar poca atención. Muy bien, Mercedes.

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  3. Muy bien llevada la historia, sí señora. Felicidades.

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  4. Espero que el hecho de que el líquido se derramase, no fuese el final de esa historia. Muy bonito, Mer

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