miércoles, 29 de agosto de 2012

La despedida


Valencia escribe<br>sobre...

Jamás pensé que llegaría tan lejos… Sabía que era fría, ambiciosa y calculadora a la vez que inteligente y muy hermosa. La mujer de los sueños que nunca soñé… Apareció un día y se quedó, enquistada en mis anhelos el tiempo preciso para  encontrar lo que buscaba.
¡Yo creí que sería toda una vida!
Ahora estoy aquí, como un títere a sus pies… mi escasa y turbia visibilidad solamente me permite verla entrecortada, majestuosa, impasible ante mi desgracia. El mal había emigrado del pequeño recipiente con platillo blanco que me tendió con una caricia, a todo mi cuerpo…
La sensación es de mareo, de nausea sobrevenida, con premura se me paralizan los brazos. La taza se escurre con elegancia de mis manos hasta chocar con el suelo mullido y acogedor, nada se ha derramado porque lo que contuvo está ahora callejeando mi cuerpo.
Siento  el hinchazón de la lengua, casi no me cabe en la boca.
Ella, observa callada y paciente hasta que constata en mi rostro los temblores, la espuma que asoma sin vergüenza entre mis labios le ofrece la contraseña ansiada para abandonarme…
Veo alejarse sus hermosas piernas bailando acompasadas sobre unos afilados tacones de aguja. Vislumbro que los zapatos son nuevos, conservan todavía  la seña del precio pagado en la pulcra suela… ¡Qué ironía! Se compuso con esmero para la despedida.
- No me has dejado otra alternativa querido.

5 comentarios:

  1. Otra asesina de indeseables, hurra!!!!

    ResponderEliminar
  2. Una historia "negra" muy bien contada.

    ResponderEliminar
  3. Me gusta ese recurso de que el asesinado nos cuente la secuencia de su propia muerte. Quizás, substituiría esta frase:

    "del pequeño recipiente con platillo blanco"

    por la palabra "café".
    ¡Enhorabuena, Mer!

    ResponderEliminar