miércoles, 15 de agosto de 2012

34. (concurso) UN VERANO CUALQUIERA


Con los ojos llenos de lágrimas, observaba a los veraneantes de agosto caminar ajetreados por debajo de su ventana. Iban cargados de sillas plegables, sombrillas, cubos, palas de plástico, colchonetas inflables, neveras llenas de refrescos  y bolsas de toallas. Desfilaban en dirección al mar con paso cansino, pero contentos y risueños. El calor plomizo les hacía moverse lentamente y con pereza.

Miranda los observaba desde su balcón sentada en su silla de ruedas y con la tristeza en los ojos. El año pasado ella también formaba parte del espectáculo. Se  echaba crema y se ponía el bikini, y cargada con la bolsa de esparto, se fundía junto a la marea humana rumbo a la playa. Ahora sólo podía observar y, acurrucada en su esquina, lloraba desconsolada por su mala suerte.

“Se les ve tan alegres”, pensaba.  Y ese pensamiento le hacía aún más desgraciada.

Cerró los ojos y se imaginó levantándose de su silla, cogiendo su bolsa y uniéndose al grupo. Se quitó las chanclas al llegar a la arena y se lanzó al  agua del mar para refrescar su piel. Nadó y buceó como una sirena; recogió conchas del fondo, acompañó a los peces en su paseo, se tumbó en la orilla a tomar el sol y a escuchar las olas del mar estrellarse en la orilla. Sintió la brisa acariciando su piel morena por el sol.  ¡Qué bien se sentía! Y todo parecía tan real.

Y, ya sin tristeza,  Miranda abrió los ojos. Había descubierto  una poderosa arma para combatir los malos momentos; su imaginación.

Holiday




4 comentarios:

  1. Al principio es muy triste, pero luego es precioso. Gracias Holiday

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  2. Un final muy lindo para una historia triste.

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  3. La ilusión tiene que existir siempreeeeee!!! es el motor de la vida. Sin ella, estamos postrados en un inmovilismo permanente. Muy chulo.

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  4. Triste y cierto, gracias a la imaginación la vida es mucho más leve. Suerte.

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